Si hay realidad sin reconocimiento, la reputación no crea valor. Y si hay reconocimiento sin realidad, será solo imagen y efímera. Para gestionarla eficazmente, lo que hay que hacer es monitorizar sus expectativas y su satisfacción de forma constante. Es necesario medir para mejorar.
Por lo tanto, una buena reputación conlleva alcanzar la confianza de mis públicos objetivo o grupos de interés. Son dos conceptos que se complementan.