Enrique Beotas
El director gerente del Hospital Moncloa, emblema de la escudería hospitalaria de Asisa en el mundo, transmite armonía en el cuerpo a cuerpo. Él sabe bien que la empatía y el sentido común constituyen sus principales armas personales y los valores que le permiten mantenerse a flote en ese mar de más de 700 empleados, no siempre en calma, que han llevado su Hospital a ser el primero en obtener el Sello de Excelencia Europea. Me reconoce a media voz este Ferrolano (no olvide nunca el lector que “del mismo Ferrol”) que la dureza es imprescindible y que hay que tomar decisiones dolorosas mirando por el bien común... Pero yo se bien que, tras ese blindaje de su chasis profesional, se encierra una persona sin aristas, de bordes pulidos, convicción en sus planteamientos y una sonrisa abierta. De vez en cuando gasta un guiño cómplice con la inteligencia, algo que le ha servido para navegar, de costa a costa, por el proceloso mundo de la alta gestión. Conoce lo público y lo privado en profundidad… Pero, ¿cómo ha sobrevivido a esta singladura…? “Ha sido muy sencillo: Atándome a la Mayor, haciendo oídos sordos a las sirenas y encomendándome a las meigas”
¿Conoce la máxima de Popper sobre que el Gerente debe tener “todo” el poder no para mandar, sino para dirigir…?
No soy especialista en el pensamiento liberal reformista europeo, pero es una frase que le escuché repetidamente al ministro Romay Beccaria, un Betanzeiro que ha demostrado conocer sobradamente la excelencia organizativa de la Sanidad Española. Mi concepto del buen gerente es el de máximo responsable en el mantenimiento de la excelencia eficiente. Para conseguirlo, debe orientar la gestión de los recursos humanos y tecnológicos a fin de alcanzar el máximo rendimiento, desde los niveles de calidad óptimos y a un coste ajustado.
¿La prioridad?
Sin duda, el paciente. Éste ha de ocupar el centro del pensamiento del equipo directivo. El paciente llega a nosotros indefenso, se pone en nuestras manos y nosotros hemos de tomar decisiones en torno a él.
El Hospital ha de estar en la vanguardia tecnológica. Se trata de un mundo en constante evolución y en permanente avance. Cada día, la tecnología es más sofisticada, lo que nos obliga a repensarnos constantemente nuestros servicios pero, sobre todo, gestionamos personas. De ahí que nuestra principal misión es la de conseguir mejorar la salud de nuestros pacientes. Como ya he dicho, ellos son el centro de la actividad de cualquier estructura sanitaria.
¿Son compatibles los recortes impuestos por la crisis en los procesos con la optimización de los recursos y el objetivo de máxima prestación al paciente?
Nada más tomar posesión como director-gerente hace tres años en Hospital Moncloa, abordé un ajuste de plantilla. Creo que lo hicimos racionalmente pues, lejos de repercutir negativamente en la calidad de nuestra asistencia, obtuvimos los niveles de satisfacción más significativos desde que se inauguró este hospital por Ángeles Amador, entonces ministra de Sanidad.
Habla de estar en permanente evolución. ¿Qué cambios cree que se van a producir en el ámbito de la gestión sanitaria?
Vamos camino de unificar los criterios con independencia de si la propiedad o la prestación son públicas o privadas. Se trata de un concepto por todos invocado pero por muy pocos practicado, que es el de la “complementariedad” Los objetivos serán, sin duda, decidir cuál es la cartera de servicios que podemos financiar los ciudadanos, cómo lo financiaremos y como haremos sostenible la mayor red sanitaria del mundo desde la eficiencia.
Usted me va a perdonar, pero esto, referido al sector público, parece Alicia in the Wonderland…
Para nada. Como ya le he señalado anteriormente, atesoro una amplia trayectoria en la gestión hospitalaria pública. Hemos de sumar nuestra experiencia aprendiendo de la eficaz y necesaria planificación para la gestión presupuestaria que aporta la sanidad pública. Simultáneamente debemos constatar su eficiencia con el análisis de las cuentas de resultados globales y de cada área de negocio, analizando contablemente la eficiencia en la utilización de los servicios. No le hablo por tanto de una utopía. Lo que ocurre, es que deben volver los tiempos en que al frente de la Sanidad haya gestores que sepan de Sanidad.