Ana Beotas Es la Universidad en el sentido estricto de la palabra. Seguramente por ello no necesite de preposición para situarla en el mapa. La Universidad Pontificia Comillas se ha de pronunciar con todas las de la ley, pues no tiene más adscripción e identificación territorial que su carácter de “Universitas”. Hablamos de una de las Instituciones más prestigiosas de nuestro país, con más de 120 años de vida. Investigación y excelencia docente son dos marcas de las que se puede sentir muy satisfecho su rector, José Ramón Busto, un burgalés que, ya desde el Bachillerato, destacó por su exigencia en el estudio y conocimiento profundo de todo lo que afecta al pensamiento y trascendencia del hombre. Licenciado en Teología y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense, ha dedicado su vida a la Filología, especialmente referida al campo de la Investigación Bíblica y del Antiguo Oriente.
Háblenos de la historia de la Universidad Pontificia Comillas y por quién está regentada. Bajo el auspicio del Marqués de Comillas, la Pontificia nace como Centro de Estudios Eclesiásticos para la promoción y formación de sacerdotes españoles, hispanoamericanos y filipinos. La tranquilidad buscada en su bello enclave original, supuso el aislamiento de los sacerdotes que en ella se formaban, por lo que se decidió su traslado al corazón de la capital de España. En Madrid, coincidió con dos instituciones regentadas también por la Compañía de Jesús: el ICAI y el ICADE, que impartían enseñanzas de ingeniería, el primero, y de Derecho y Administración de Empresas, el segundo; y se decidió integrar ambos en la Pontificia Comillas.
¿Cuáles son sus valores fundamentales?No sólo formar técnica e intelectualmente, sino también en los valores que inspiran el humanismo cristiano. La dedicación y el trabajo son esenciales. Ni pretendemos la mentalización de nuestros alumnos, ni imponemos una creencia. Como dijo San Pablo: “la fe no se impone, sino que se propone”. En nuestra Universidad tenemos alumnos que pertenecen a otras religiones y creencias, pero que son conscientes desde el primer instante de quienes somos. Ni nosotros les imponemos un credo, ni ellos nos hacen renunciar al nuestro.