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Un hombre hecho a sí mismo, el “self made man” anglosajón. Ese es Ginés Clemente. Tras cursar maestría industrial y unos inicios trabajando para terceros, se dio cuenta que podía crear su propia empresa, “Mecanizados Ginés”. Como Steve Jobs, como Bill Gates, empezó en un taller familiar, como el garaje de su casa. Es un buen ejemplo de que no necesariamente hay que tener un título universitario para tener una formación sólida, como Jobs o Gates. Hay que tener talento y capacidad e iniciativa para poner en marcha una rutilante empresa multinacional.
Desde una localidad como Miranda de Ebro de poco más de 30.000 habitantes, ha llegado a producir componentes de avión que sirven para estabilizar la navegación de los aparatos que fabrican Boeing y Airbus. En su ADN tiene impregnado el concepto de la eficiencia operativa, buscando que su empresa -el Grupo Aciturri- sea competitiva y sostenible. Un empresario que está en la vanguardia industrial del país y que además es humilde.
Señor Clemente, usted dirige una compañía líder del sector aeronáutico en España, gracias a contratos con las grandes firmas de la aviación comercial como Boeing, Rolls Royce y Airbus. ¿Me puede explicar qué es lo que ustedes hacen?
Fabricamos partes de avión de la aeroestructura. Participamos en el desarrollo, fabricación y montaje del estabilizador horizontal y en el estabilizador vertical, en la fabricación de piezas para motores, en el diseño y fabricación de utillaje y también ofrecemos servicios de ingeniería en desarrollo de productos y procesos aeronáuticos.
Su grupo evidencia un afán expansionista con fábricas en varias ciudades españolas. ¿Prevé seguir creciendo geográficamente?
Geográficamente no tenemos planes para seguir creciendo en este momento, si prevemos crecer en otros ámbitos; en los próximos cuatro años debemos multiplicar por dos veces o dos veces y media su facturación. Debemos garantizar la eficiencia operativa, porque ese es nuestro ADN. Está en nuestras manos ser eficientes, competitivos y hacer una empresa sostenible. Es el primer objetivo. En nuestro caso, el domicilio de la empresa tiene poco que ver con su capacidad competitiva.