En los años 80 cuando muy pocos agricultores apostaban por la viña, él estaba plenamente convencido del potencial del viñedo en Ribera del Duero para producir uva de extraordinaria calidad. Puede presumir de ser uno de los mejores maestros viticultores que haya tenido la Ribera del Duero a lo largo de su historia. Ha sido el mentor y consejero de muchos bodegueros ribereños (y de otras regiones productoras de nuestro país) que consiguieron poner en marcha viñedos y bodegas gracias a su ayuda desinteresada e incondicional. De él he aprendido a “sentir” el campo. Con él he crecido como profesional y como persona.