“Constantinopla, año 389, una soleada mañana de marzo una larga comitiva sale de la iglesia de los Santos Apóstoles portando un féretro. Su destino, Carranque. A la cabeza, Achantia, la viuda, cumple la última voluntad de su marido: regresar a Hispania”.
Así comienza esta novela en la que su autor, Bernabé Mohedano, recrea la vida y el larguísimo viaje de uno de los hombres más influyentes del Imperio romano y mano derecha del emperador Teodosio, Materno Cinegio, quien murió cuando iba a ser elevado a cónsul de Oriente.
Su segundo libro ha salido al mercado en julio de este año, editado por La Esfera de los Libros, al igual que el primero. ¿Qué le llevó a escribir “Volver a Carranque”?
La historia, hasta cierto punto un enigma histórico, me la sugiere Berenice Galaz, mi editora en La Esfera de los libros, al invitarme a visitar la villa romana de Carranque, a poco más de media hora de Madrid. Allí, supuestamente, yace enterrado Materno Cinegio, su dueño. Él muere justo antes de ser cónsul de Oriente con el hispano Teodosio como emperador, a finales del siglo IV, llegando a Constantinopla de un viaje por las provincias de Oriente. En la capital es enterrado en la catedral de los Santos Apóstoles, junto a emperadores y césares, en un privilegio infrecuente. Un año después su mujer exhuma su cadáver, algo completamente prohibido, y lo trae en procesión terrestre hasta Hispania, probablemente a su villa.
Imaginarme esa historia, situándola además en un rico y bastante desconocido contexto histórico me pareció algo bonito que contar.
¿Qué resaltaría de este periodo histórico donde está ambientado?
El Bajo Imperio es un gran desconocido. Tradicionalmente se le asocia con el periodo del declive de Roma e incluso cierta pobreza cuando es la época en la que probablemente más riqueza atesoraran los romanos. No sólo en la urbe claro, sino en las provincias que la emulaban, la villa de Carranque y otras esparcidas por toda Hispania y el Mediterráneo son buena prueba de ello. Además, se produce un cataclismo social y moral con la llegada del cristianismo. En la época del libro, sobre el 380 aparte de los emperadores, encontramos a Agustín de Hipona, San Jerónimo, el autor de la Vulgata, la Biblia actual que leemos, la famosa Hipatia de Alejandría o Libanio el último gran autor pagano. También nombres menos conocidos, pero de una enorme riqueza y originalidad.
¿No le parece extraño el escaso conocimiento que hay en España de un hispano de la importancia histórica de Flavio Teodosio? Háganos una descripción del personaje.
Teodosio se enfrenta a un doble reto al erigirse emperador de Oriente. Militarmente llega pocos años después del desastre de Adrianópolis cuando cae buena parte del ejército de Oriente junto al emperador Valente. Godos, sármatas, cuados y hunos, a los que bien conoce como militar experimentado, amenazan el Danubio. Además, religiosamente es un caos con peleas entre paganos, judíos y cristianos. Incluso estos últimos están profundamente divididos entre católicos y arrianos, aunque hay otras muchas facciones y rivalidades.
Él pacifica su territorio e integra a algunos bárbaros en su ejército otorgándoles el primer “feudo” dentro del Imperio. Desde allí, en una guerra civil acaba apoderándose del Imperio al completo que acaba dividiendo entre sus hijos separándolos para siempre. Religiosamente declara herejes a todos los no católicos regalándoles a estos la preminencia sobre el resto y al Papa de Roma sobre los otros grandes obispos.
Y ahora, háblenos de su mano derecha, Materno Cinegio, protagonista del libro.
Cinegio era hombre de confianza de Teodosio en la parte religiosa antes de ascender en el escalafón hasta ser su mano derecha y casi convertirse en cónsul. Su relevancia histórica viene por tenérsele como un gran fundamentalista que derribó templos paganos en Siria y Egipto. Curiosamente y según Libanio, instigado por su mujer, la hispana Achantia.
Usted menciona Carranque en el título. ¿Qué vinculación tuvo Cinegio con la villa toledana?
Cómo mencionaba anteriormente, muy probablemente fuera el dueño de la villa, pues hay una referencia hacia él y su descanso en uno de los espectaculares mosaicos de las estancias. Estos junto a la mayor variedad de mármoles en una villa fuera de Italia invita a pensar que su dueño fuera de un nivel casi Imperial.