La CEOE, los sindicatos, la Generalitat y, por supuesto, toda la industria del metal catalana son los compañeros de viaje que cada día tiene Antoni Marsal como presidente de la UPM, organismo que fue fundado en 1977 y desde el que trabaja por conseguir su principal meta: acabar con el cierre de empresas.
¿Cuál es el nivel de representatividad que ha alcanzado UPM entre las empresas del sector metalúrgico barcelonés y cuáles son los principales objetivos que persigue?
UPM nació en Barcelona y representa el conjunto del metal de la provincia de Barcelona. Nuestro principal objetivo es el de potenciar su capacidad de lobby frente a estamentos públicos y políticos nacionales e internacionales, así como en los sectores empresariales y asociativos para conseguir la màxima representatividad, que, por otra parte, le corresponde por el importante colectivo al que representa.
Otra meta es adaptar la UPM al entorno, orientando al socio, desarrollando áreas y definiendo servicios. También estamos trabajando para impulsarla mediáticamente.
Velamos por los intereses de 300.000 trabajadores, lo que nos convierte en la organización de este tipo más potente de España y del Sur de Europa. Nuestras funciones se centran en representar a las empresas metalúrgicas de Cataluña, defender sus intereses, hacer funciones de lobby y suministrar todos los servicios que le corresponden a una patronal, especialmente en cuanto a formación, innovación y tecnología.
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