Goza de la simpatía natural de toda la familia Pérez Pascuas, gente sonriente y cordial con el visitante, trabajadora incansable y amable hasta ruborizar al invitado. Adolfo empezó trabajando la viña, pero como “la necesidad obliga” ha viajado por medio mundo con el catálogo de Viña Pedrosa, para vender unos vinos ahora afamados, pero en su momento no demandados. De ahí el mérito de haberlos colocado en los expositores de cuarenta países.
La historia del vino de la Ribera del Duero no se escribiría ahora en términos de éxito, si no fuera por personas como Adolfo y sus hermanos Benjamín y Manolo, que han sabido descubrir la fuerza del vino para triunfar en la vida, creando riqueza, puestos de trabajo y calidad de vida para su entorno.