Carlos Moro, presidente de Bodegas Familiares Matarromera

Nos encontramos en un punto de inflexión, un momento decisivo para el sector agroalimentario global. La realidad actual nos obliga a mirar el futuro con una mezcla de ambición y prudencia.

Los desafíos son monumentales y complejos: el cambio climático, que altera nuestros patrones de cultivo y vendimia; las fluctuaciones en las costumbres y usos de la población, que demandan nuevos productos y experiencias; y, por supuesto, un volátil entorno geopolítico, marcado por las restricciones internacionales, guerras y aranceles, que complican las cadenas de suministro y la expansión comercial.

Ante este panorama, la inmovilidad es sinónimo de obsolescencia. En Bodegas Familiares Matarromera, hemos comprendido desde hace tiempo que la clave para la supervivencia y el crecimiento radica en la adaptación profunda y la innovación constante, siempre con un respeto innegociable por la tradición y el origen.

Nuestro compromiso no se limita sólo a la calidad del producto final, sino a la integridad de todo el proceso. En este sentido, la sostenibilidad se ha convertido en pilar fundamental de nuestra gestión. Debemos garantizar que la tierra que nos da el fruto siga siendo fértil para las futuras generaciones.

Esto implica la gestión eficiente de recursos hídricos, la reducción de la huella de carbono y la protección de la biodiversidad en nuestros viñedos.

La digitalización es la herramienta clave para hacer realidad esta sostenibilidad. La tecnología nos permite monitorizar con precisión el estado de cada parcela, anticipar enfermedades y optimizar el riego y los tratamientos sólo cuando son estrictamente necesarios. La viticultura de precisión es un hecho en Matarromera, permitiéndonos tomar decisiones informadas, reducir el impacto ambiental y mejorar la eficiencia, desde el campo hasta la bodega.

La posición estratégica de EMINA y Matarromera no es fruto de la casualidad, sino el resultado de esta visión gestada a lo largo de décadas, observando atentamente la evolución de las áreas de consumo y, lo que es más importante, la evolución de nuestros propios viñedos y la calidad intrínseca de nuestros vinos. En este sentido, hemos marcado una clara tendencia hacia la diversificación que abarca tanto la variedad de productos que ofrecemos, la expansión a diferentes zonas vitivinícolas de prestigio y la elaboración de vinos especiales o vinos de pago.

Las tendencias de consumo en el mundo del vino han cambiado de forma notable, y la curiosidad del consumidor se ha agudizado. Un ejemplo palpable lo encontramos en el auge de los vinos blancos especiales. El público busca historias, terruños y variedades singulares que aporten complejidad. Es aquí donde destacan, por ejemplo, los vinos blancos de Ribeiro, más especiales, con variedades autóctonas como la Loureira de Bodega Sanclodio o la Torrontés de Bodega Casar de Vide.

Pero la riqueza de la tradición vitivinícola española nos ofrece joyas olvidadas que hemos sabido recuperar. En nuestra querida Ribera del Duero, hemos puesto en valor la uva Albillo Mayor de la mano de Melior de Matarromera. Recuerdo a mi madre, Consolación González, referirse a ella como esa "uva dorada y sabrosa de consumo en casa". Durante años, la Albillo se ha usado para afinar y mejorar otras variedades. Hoy, la Albillo Mayor reivindica su espacio como un monovarietal de altísimo nivel, demostrando que el futuro también se encuentra en la memoria y la recuperación de lo propio.

No podemos desdeñar la fuerza imparable del movimiento NOLO (No Alcohol - Low Alcohol), que responde a una creciente demanda de opciones de ocio y consumo más saludables. En este terreno, Bodegas Familiares Matarromera ha sido pionera y es líder indiscutible con Win y Sonríe, nuestros vinos 0% alcohol.

Nuestro camino en la desalcoholización es un claro ejemplo de innovación tecnológica aplicada a un producto tradicional. Comenzó hace ya 20 años con el lanzamiento de EminaSin, un proyecto impulsado por la visión de futuro y la gran capacidad tecnológica y pasión de nuestro equipo. Aquel primer vino sin alcohol rápidamente tomó personalidad propia, evolucionando en marcas como Win (un claro juego de palabras: wine y winner, un vino ganador) y Sonrie (una llamada refrescante y optimista a los jóvenes y a aquellos que se inician en el mundo del vino). Este ha sido un trabajo arduo, de intensa investigación y desarrollo, que nos ha permitido ir más allá del vino tranquilo sin alcohol. Hoy, destacamos con nuestros vinos tipo frizzante 5.0, tanto blancos como rosados.

Finalmente, en un mundo interconectado, resulta fundamental mantener la capacidad de internacionalización y expansión a otros países. La calidad de los vinos españoles es la mejor carta de presentación. Es crucial estudiar y comprender las tendencias, costumbres y formas de consumo de cada país para adaptar nuestra oferta.

En resumen, el sector agroalimentario español y, en particular, el sector vitivinícola, tiene ante sí la oportunidad de liderar esta nueva era. Lo haremos abrazando la sostenibilidad frente al cambio climático, cultivando la innovación en productos como el NOLO, y honrando la tradición en la recuperación de variedades y elaboración de vinos especiales. Con la digitalización como aliada y la pasión como motor, en Bodegas Familiares Matarromera seguiremos cosechando el futuro.