Inmaculada Blanco Martínez
Farmacéutica
Los farmacéuticos, según nuestro modelo actual de farmacia, somos pequeños empresarios.
Grosso modo os voy a contar los gastos que nos supone a los farmacéuticos abrir nuestros establecimientos todos los días. Tenemos que pagar la electricidad; ordenadores, frigorífico, básculas y luces, encendidos durante toda la jornada laboral. Calefacción o aire acondicionado, según estemos en invierno o en verano. Agua. Gastos de teléfono e internet. Empresa de limpieza o en su defecto personal de limpieza que mantenga nuestras boticas limpias. Sueldos de farmacéuticos adjuntos, técnicos de farmacia, gastos en función del horario de nuestra farmacia y del volumen de ventas de cada oficina de farmacia.
Gastos de mantenimiento del local, extintores de incendios y su mantenimiento, pintura de las paredes y del techo del local si procede y cambio de mobiliario cuando sea necesario, además de los gastos de la comunidad de vecinos del edificio donde esté ubicada la farmacia. En algunos casos gastos de alquiler de este.
Hay que añadir el seguro del local, seguro de responsabilidad civil del titular y seguro de desplazamiento de los empleados, seguro de autónomos y seguros sociales del personal de la farmacia.
Para poder desarrollar nuestro trabajo, para poder dispensar los medicamentos, los farmacéuticos necesitamos mínimo dos puestos informáticos, un servidor y un punto de venta. Hemos de pagar el mantenimiento del hardware y del software cada tres meses. Para poder dispensar las prescripciones médicas de la seguridad social, conocida por todos como receta electrónica, no sólo nos costeamos el programa informático, que nos da acceso a la misma, también a nuestro cargo corre todo el material de oficina necesario -papel donde colocamos los cupones precinto de los medicamentos que dispensamos, tinta de la impresora donde imprimimos dichos folios, rollos y rollos de papel celo, cúter, etc. Por no hablar del gasto en botiquín de primeros auxilios, para curar los cortes que nos hacemos al quitar los precintos de las cajas de medicamentos.
"Los farmacéuticos, según nuestro modelo actual de farmacia, somos pequeños empresarios"
Tenemos que estar colegiados, pagamos nuestra cuota mensual de colegiación, además de una cuota mensual por gastos de facturación de recetas y de una cuota de mantenimiento del certificado digital de cada farmacéutico, necesario para firmar las dispensaciones electrónicas.
De nuestra facturación mensual a la Seguridad Social, nos descuentan el valor de las recetas que la Administración nos devuelve, nos descuentan un porcentaje de la facturación en función del importe de la misma, es decir, a mayor facturación mayores descuentos.
¿Os habéis preguntado por qué los medicamentos no llevan el PVP impreso en las cajas que los contienen? La explicación es muy sencilla, el PVP del medicamento lo fijan las autoridades sanitarias, estos precios se revisan una vez al año, la revisión es a la baja, de tal manera que no pocas veces, acabamos dispensando medicamentos a precios más baratos de los que los farmacéuticos hemos pagado por ellos a los almacenes de distribución o a los laboratorios. Aunque la revisión de los precios de los medicamentos se realiza una vez al año, los laboratorios pueden bajar su precio una vez al mes, por lo que a veces tenemos un stock de medicamentos, que no podemos dispensar, ya que la Seguridad Social sólo nos abona el de precio más bajo dentro de la misma agrupación homogénea.
Los farmacéuticos en nuestras oficinas de farmacia tomamos la presión arterial, damos consejos sanitarios, fomentamos la prevención de la salud, nos preocupamos de que nuestros clientes tomen adecuadamente la medicación prescrita por su médico, aconsejamos remedios para males menores, ayudamos a descongestionar la atención primaria, sin recibir remuneración alguna por nuestros servicios.
"Los medicamentos son más baratos y que nuestros márgenes son cada vez más pequeños"
En las farmacias españolas preparamos lo que conocemos como pastilleros a la población más vulnerable; a los ancianos, en especial. Lo llamamos SPD, toda la infraestructura necesaria para poder ofrecer este servicio gratuito corre de nuestra cuenta; mantenimiento de un lugar en la farmacia para poder realizarlo, material de dosificación, el tiempo que conlleva su realización y un farmacéutico acreditado para ello. Así como el coste de un seguro adicional de responsabilidad civil.
Teniendo en cuenta que cada vez los medicamentos son más baratos y que nuestros márgenes son cada vez más pequeños, que estamos sometidos a inspecciones sanitarias, con las multas que a veces conllevan y si añadimos que la venta online de los productos de parafarmacia nos convierte en un establecimiento poco competitivo, todo hace que la farmacia, a pesar de ser una pequeña empresa, no responda a la definición de empresa, que es: “la empresa es una unidad productiva agrupada y dedicada a desarrollar una actividad económica con ánimo de lucro”. Lo que hace diferente a la farmacia de cualquier otra pequeña empresa es que al frente de la misma hay un profesional sanitario, debidamente formado, con una gran vocación.
Los motivos que nos mueven son una vocación de servicio y un gran amor por nuestra profesión, motivos suficientes para levantar todos los días los cierres de nuestras oficinas de farmacia.