Jesús Banegas, presidente Foro de la Sociedad Civil
En una reciente y muy brillante intervención pública del presidente de la Asociación de Fabricantes de Automóviles -ANFAC- de España, comenzó haciéndose una pregunta: “si tuviera que aconsejar a alguien, a la hora de comprar un coche nuevo, ¿cuál le sugeriría?” La respuesta fue: “el que más le guste”. Es decir, no necesariamente uno eléctrico.
Sobre las acuciantes restricciones a la fabricación y venta en la UE de vehículos con motor de combustión, señaló que no todo el CO2 que producen los coches sale por el tubo de escape, sino que en gran parte proviene de la cadena de producción de sus componentes. Y, sin embargo, toda la política de la UE sobre el cambio climático está asociada a los tubos de escape.
Y, ¿qué sucede con el CO2 que expulsan?; pues que los políticos de la UE consideran que generan un muy negativo cambio climático con consecuencias devastadoras, como la reciente DANA de Valencia.
Es evidente que desde siempre han existido cambios climáticos y que muchos de ellos en el pasado histórico fueron mucho más drásticos que el actual, pero por primera vez se culpa de ello a las actividades humanas. Además, se ha consolidado, sobre todo, en los países más desarrollados, con la UE a la cabeza, una premisa que cabe expresar así: “Las temperaturas de la tierra están subiendo más que nunca y ello es debido a las emisiones -de origen humano- del gas CO2 pues generan un efecto invernadero que conlleva a que el calor solar que refleja -no absorbe- la tierra quede retenido en una capa gaseosa que devuelve calor a la misma”.
Como consecuencia política -no necesariamente lógica- de esta tesis, el CO2 de origen humano se ha convertido en el único y exclusivo culpable del aumento de las temperaturas, pues el procedente de la naturaleza y la vida vegetal y animal no son abordables. Las muchas medidas adoptadas para su reducción se reducen sólo y exclusivamente a la contracción de las emisiones humanas de dicho gas.
Suponiendo que la anterior premisa fuera cierta y, por tanto, hubiera que reducir radicalmente las emisiones de CO2, resulta que:
- El CO2 sólo representa un 7% de la capacidad de la atmósfera para retener calor, mientras que el vapor de agua supera el 90%. (EL CLIMA: No toda la culpa es nuestra, Steven E. Koonin, 2021).
- El CO2 producido por las actividades humanas representa un 2,9% de todo el existente; el resto procede de fenómenos naturales, la vida vegetal y la vida animal. (Panel ICPCC de la ONU).
- La UE sólo es responsable del 7-8% de las emisiones de CO2 en una atmósfera única. (Agencia Europea del Medio Ambiente).
La consecuencia lógica y aritmética de los anteriores supuestos es muy simple: basta sumar los tres efectos multiplicando sus porcentajes 7% x 2,9% x 8%= 0,000162%. Es decir, menos de dos diezmilésimas partes; casi nada.
Los datos -contrastables- anteriores ponen de relieve que tanto si la UE cumple o no con la reduccion de emisiones de CO2 impuestas por sus autoridades, o incluso si no existiera, la influencia en el cambio climático sería despreciable: un 0,000162% del problema.
Mientras tanto, según el presidente de ANFAC, la mayor parte del valor añadido de los nuevos vehículos eléctricos está fuera de Europa, y su dominio tecnológico actual -un 80%- pasará pronto a ser de sólo el 20%; con las obvias consecuencias sobre el empleo y la creación de riqueza.
Desplazados los europeos del protagonismo industrial en la presente ola de las tecnologías de la información y la comunicación -TIC-, si, además, abandonamos el que veníamos teniendo en el sector automovilístico, la estúpida metáfora de nuestra reconversión en un parque temático visitable por los ganadores de los nuevos tiempos comenzaría a alcanzar visos de realidad.
Terminó su conferencia, el presidente de ANFAC añadiendo que quien controle el litio, dominará el futuro; algo impensable para Europa.
Mientras que la ola antinuclear europea, tras décadas de hacer el ridículo, parece que está llegando a su fin, otra nueva -contra el CO2- la está sucediendo, con resultados -ya a la vista- incluso más negativos.