Antonia Chinchilla, abogada
La ciberseguridad se ha consolidado como un pilar estratégico para empresas de todos los tamaños y sectores. Los ataques digitales son cada vez más sofisticados, y las regulaciones europeas han elevado los estándares de protección, obligando a las organizaciones a repensar no solo sus tecnologías, sino también sus procesos y su cultura interna. Garantizar la capacitación de los empleados y fomentar la concienciación en toda la empresa se ha convertido en una herramienta esencial para proteger datos, procesos y reputación corporativa.
Si bien sectores como la administración pública, la industria y la sanidad siguen siendo los más atacados, la creciente complejidad geopolítica aumenta la exposición de cualquier empresa que opere en mercados sensibles. En verdad, es que el clima de tensión política y las distintas situaciones que genera en el panorama global, las empresas se transforman en un punto de mira y diana para ciberdelincuentes. Cualquiera de ellas puede estar en riesgo, no importa si son pequeñas o grandes, si son instituciones publicas o privadas.
Hay estudios en materia de Ciberseguridad en España, que ponen de manifiesto unos datos significativos y un tanto alarmantes. La situación global se convierte en una lanza que impacta en su nivel de riesgo. Eso demuestra la necesidad imperiosa de estrategias solidas de defensa. Así, el ransomware continúa siendo la principal preocupación de las compañías, por el temor a la pérdida de datos, el aumento de costes financieros y consecuentemente, la paralización de operaciones. Los constantes ataques bajo lo que se entiende como ingeniería social, un claro ejemplo de ello es el novedoso phishing y la exfiltración de información, ambos generan una inseguridad que va en aumento, ya que en estos casos no hablamos solo, de lo vulnerable que puede ser la tecnología, si no que utilizan al sector humano. Por esa razón, hay que tener en cuenta, que las herramientas tecnológicas, son necesarias, pero no son suficientes para proteger a las organizaciones en su totalidad.
En este contexto, la formación y la concienciación de los empleados se posiciona como un elemento indispensable en la estrategia de seguridad empresarial. Los expertos destacan que una gran mayoría de empresas prioriza la capacitación de sus empleados en ciberseguridad, mientras que un porcentaje similar centra esfuerzos en la gestión de la privacidad y el cumplimiento normativo. La implementación de planes de seguridad y programas de formación especializada demuestra que las organizaciones están entendiendo la ciberseguridad como una responsabilidad compartida que involucra a todos los niveles de la empresa, desde la dirección hasta cada colaborador.
No hay mejor defensa. Fomentar la formación y la concienciación interna no solo protege a la empresa frente a incidentes, sino que también asegura que las inversiones en tecnología, en cumplimiento normativo y en protección de datos en la nube tengan un impacto real y duradero. La seguridad efectiva depende de una combinación de elementos: tecnología avanzada, cumplimiento regulatorio y, fundamentalmente, una cultura corporativa sólida que involucre a todos los empleados.
La Unión Europea ha endurecido su marco normativo con propuestas como el Reglamento DORA, la Ley de Ciberresiliencia (CRA) y la Directiva NIS2. Estas disposiciones no se limitan a blindar la infraestructura tecnológica esencial, sino que buscan impulsar una mayor capacidad de adaptación dentro de las organizaciones. Sin embargo, numerosas compañías todavía muestran dudas sobre cómo aplicar correctamente estas medidas, lo que pone de relieve la urgencia de combinar la obligación legal con la formación interna para empleados y la adopción de prácticas sólidas que garanticen resultados reales.
Aumentan cada día, las empresas e instituciones públicas que están invirtiendo en protección de datos en la nube, segmentación de redes y ciberseguridad industrial, pero estas inversiones resultan más efectivas si se complementan con programas de formación y capacitación continuos y planes de concienciación. La integración de tecnología, regulaciones y cultura interna se perfila como la estrategia más sólida para enfrentar los retos del entorno digital actual y garantizar la continuidad del negocio. La formación para empleados se ha convertido en una herramienta de protección esencial en toda empresa y compañía.