Psicólogo motivacional, experto en empresa y deporte. Profesor IE Business. Coach ejecutivo y autor de los libros “El viaje del líder”, “La experiencia de resetearse” y “Poderoso como un niño”.
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Vivimos un periodo de desafíos y de cambios tan vertiginosos en el ámbito empresarial actual, que requieren que nuestros estilos de dirección cambien en consonancia. Se dice que estamos atravesando una etapa en la que sobrevivirán
los mejores.
Desde mi punto de vista, continuarán aquellas compañías que sean capaces de trabajar desde la creatividad, aquellas que apliquen innovación a cada uno de sus actos empresariales y alcancen niveles elevados de excelencia. Si lo hacen conseguirán resultados fuera de lo común. Para llevarlo a cabo, es necesario que las organizaciones activen al máximo la capacidad y el potencial de las personas para que aporten toda su valía dentro de la empresa.
Desde mis años de experiencia trabajando con líderes y liderando mis propios equipos, considero que existe un elemento primordial para obtener el máximo rendimiento de las personas; se trata de generar un contexto de aprendizaje para todos y cada uno de los miembros.
Si queremos que nuestros equipos, en este entorno cambiante, observen esta realidad con una mirada diferente a la de años anteriores, en nuestras manos está la tarea de crear ese contexto donde estos cambios sean posibles. Haciéndolo, los líderes estarán ayudando a sus equipos a que piensen y generen nuevas posibilidades.
¿Qué características tiene ese contexto de aprendizaje?
Diversidad. Se trata de establecer un entorno en el que se valoren distintos puntos de vista. Diferentes ideas provenientes de perfiles distintos, pero complementarios. Características, habilidades y experiencias con raíces diversas, pero con un objetivo común.
Gestión del error. Los errores pueden verse como fracasos o pueden proporcionar la base para obtener información de utilidad que nos lleve a nuevos aprendizajes. Que el talento se atreva a probar cosas nuevas depende de cómo los líderes gestionen los errores. Si hay miedo al fracaso, los equipos no buscarán nuevas formas de hacer las cosas y se mantendrán en aquellos lugares que les parecen cómodos, pero que no les permitirán evolucionar hacia un equipo de alto rendimiento.
Para generar este contexto de aprendizaje, el líder tiene que desarrollar relaciones con su equipo basadas en la confianza. Y el primero que tiene que creer que esto es posible es el propio líder, porque eso es lo que determinará la forma en la que dirige al equipo hacia el objetivo. Recordemos que confianza es una moneda que tiene dos caras: la que el equipo tiene en su líder y la que el líder tiene en sus colaboradores.
Ser ejemplo. Cuando un líder es capaz de remangarse y ponerse primero, se convierte en alguien que inspira a su equipo a la consecución de los objetivos. Si además lo hace desde la congruencia, desde el reconocimiento de los logros y de los valores de cada uno de sus miembros, se convierte en alguien que conseguirá que el equipo rinda por encima de lo esperado, sobre todo en situaciones críticas o en momentos de la verdad donde se espera lo mejor de cada uno.
Comunicar adecuadamente. Ni más, ni menos, sino en su justa medida. Es importante transmitir a los colaboradores lo que se espera de ellos, pero tan importante es no atosigarles o acabar siendo demasiado intenso, con el riesgo alto de caer en el micro management. Para ello hay 3 patas en las que te puedes ayudar: la primera, es escuchar más de lo que hablas, no sólo lo que está funcionando, sino también aquellos aspectos que no estén en la línea adecuada para la consecución de los resultados, de modo que puedas apoyar al equipo en la reorientación de las acciones. La segunda, es preguntar con profundidad para entender lo que está viviendo cada persona y lo que necesita en ese momento para seguir evolucionando. La tercera, es estar atento a las emociones de los miembros del equipo para darte cuenta y anticipar cuando tu comunicación no está generando la reacción que esperabas y que puede llevar a la persona a no rendir como necesita el equipo. Estos tres soportes para tu comunicación te ayudarán a tener una relación poderosa con las personas de tu equipo cuando estés delegando, dando directrices, ofreciendo o pidiendo feedback y, en definitiva, transformando a cada uno de ellos a través de la manera en la que te comunicas.
Cuando somos capaces de crear un contexto de aprendizaje en nuestra organización,
a su vez, estamos trabajando sobre otro aspecto fundamental para el éxito y los buenos resultados de nuestro negocio, se trata de la motivación. Soy un firme convencido de que la motivación no es algo que deba partir de los líderes, pero éstos deben crear el entorno para que los miembros del equipo puedan llegar motivados a trabajar y mantenerse ahí durante la jornada. Si el entorno es agradable, retador, participativo y donde se reconoce la individualidad de cada persona para supeditarla a los objetivos del equipo, las emociones positivas serán las que predominarán y éstas harán que el alto rendimiento sea más fácil de conseguirse. Una persona que trata de rendir al máximo desde emociones negativas, tendrá siempre un coste personal muy elevado.
En definitiva, para asegurarnos una organización innovadora, que refuerce su nivel de competitividad y consiga buenos resultados en un entorno tan desafiante como el actual, necesitamos trabajar en un ambiente que permita generar nuevas posibilidades, pensando y actuando de forma diferente y fomentando el descubrimiento de múltiples opciones.
Aunque todos tienen responsabilidad individual para que esto ocurra, recae en los líderes crear ese contexto donde se fomente el talento y se le permita que dé lo mejor de sí en cada situación o persona que tengan que gestionar.