Antonio Blanco
Málaga TechPark es sede mundial de la Asociación Internacional de Parques y Áreas de Innovación (IASP). Líderes mundiales en TIC han elegido el Parque Tecnológico de Andalucía para ubicar sus sedes y centros de I+D, ya que ofrece una amplia gama de servicios a las empresas tecnológicas que deseen instalarse en su recinto.
Usted dirige Málaga TechPark desde 1990. ¿Cómo ha evolucionado el parque en estas más de tres décadas y qué hitos considera más relevantes en su desarrollo?
El parque empezó con cuatro edificios, ocho empresas y un centenar de trabajadores y hoy sumamos más de 600 empresas y más de 25.000 empleados. En la década de los 90 todas las comunidades querían tener parques tecnológicos y Andalucía no podía quedarse atrás. Desde entonces, Málaga TechPark ha crecido con la innovación y la tecnología como premisas indispensables y con un ejercicio de resiliencia tremendo para superar las dificultades. Suelo distinguir varias fases: la primera fue la electrónica, que protagonizó los cimientos del parque; luego llevó la revolución de internet, que ya habíamos predicho en su creación, y otro hito importante fue la consolidación de startups ‘made in Málaga’, que hoy están integradas en multinacionales como Fujitsu, Dekra o Ericcson. Y le hablaba antes de resiliencia porque previo a la burbuja inmobiliaria aparece una gran crisis en Málaga TechPark, que llega a perder hasta 3.000 trabajadores, pero afortunadamente conseguimos recuperarnos. Y tres fases más: la era digital a partir de 2016 con el auge de las tecnologías digitales que cambian la perspectiva empresarial; la llegada del coronavirus que transforma la cooperación, y, en la actualidad, la revolución de la Inteligencia Artificial y la microelectrónica, en la que el parque quiere jugar un papel protagonista.
Málaga TechPark ha sido clave en la transformación del ecosistema tecnológico de la ciudad. ¿Cuáles han sido los principales factores que han contribuido a este crecimiento y qué papel ha jugado el parque en este proceso?
El mayor instrumento para la transformación es la cooperación. Esa es la filosofía de Málaga TechPark, crear un ecosistema en el que la cooperación entre las empresas y el talento sea el eje vertebrador de la transformación. Estamos jugando un papel relevante no sólo en la transformación de la propia región, sino también en España e incluso Europa o el mundo, como se puede ver en el reciente anuncio del Centro Interuniversitario de Microelectrónica (IMEC) para instalarse aquí. En valores cuantitativos, podemos hablar de empleo: los perfiles tecnológicos en la provincia registrados en la Seguridad Social se han duplicado en la última década. No es un hecho baladí: el desarrollo de Málaga TechPark ha diversificado los puestos de trabajo en un escenario en el que el claro protagonista es el sector servicios.
La llegada de IMEC ha sido un hito importante para Málaga. ¿Qué impacto espera que tenga esta inversión en la economía local y en la atracción de nuevas empresas tecnológicas?
Será un hito que marque un antes y un después, pero no sólo de Málaga TechPark, sino de Europa. Representa un hito trascendental que posicionará a Málaga como un referente en el ámbito de la microelectrónica y los semiconductores y que impulsará significativamente nuestra economía. Se prevé la creación de más de 400 empleos directos altamente cualificados y actuará como un potente imán para atraer a otras empresas tecnológicas y startups, fomentando la idea de ecosistema de innovación y colaboración en el que trabajamos desde hace años. Todas las administraciones han entendido la magnitud de este proyecto para el que ya se han cedido los terrenos en los que se va a construir y que esperemos sea una realidad en 2028.
El perfil del tejido empresarial en Málaga ha cambiado significativamente en los últimos años. ¿Cómo ha influido la presencia de Málaga TechPark en la generación de empleo y en la transformación del mercado laboral local?
El claro protagonista era el sector servicios, pero Málaga TechPark ya representa en torno al 22% del Producto Interior Bruto (PIB) de Málaga y un porcentaje similar de empleo, entre directo e indirecto. Y falta empleo. Las empresas tecnológicas siguen demandando continuamente centenares de perfiles tecnológicos cualificados. El sistema requiere más trabajadores, pero el modelo educativo a menudo no camina sobre los mismos raíles que las demandas laborales vinculadas a la tecnología. Ese es un reto fundamental para el futuro económico de Málaga.
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