Antonio Blanco
En Orkestra desarrollan proyectos de investigación para mejorar la competitividad y bienestar del País Vasco, y tienen dos desafíos principales. El primero es lograr proveer de datos y análisis relevantes a aquellos que tienen que tomar las decisiones de políticas económicas y sociales. Para ello combinan el rigor científico y el valor de la investigación para la acción, y trabajan en colaboración con diversos actores económicos tanto del País Vasco como a nivel internacional. El segundo desafío es su internacionalización que debe ser bidireccional: por un lado, aprenden de las experiencias internacionales para abordar los retos de su territorio, al mismo tiempo que proyectan internacionalmente lo que aprenden aquí.
¿Cómo considera que la transición energética está impactando en las empresas y en la economía del País Vasco, y qué rol cree que jugará Orkestra en este proceso?
Las empresas, independientemente del sector al que pertenezcan, no pueden quedarse al margen de la transición energética. En el País Vasco hay compañías que son punteras en capacidades tecnológicas industriales cruciales para esta transición. Sin embargo, me preocupa mucho el exceso de regulación y de burocracia especialmente a nivel europeo que pone en desventaja nuestras empresas y especialmente a las pymes que son parte nuclear del entramado industrial del País Vasco. La transición energética tiene que ser ambiciosa, pero también socialmente justa e inclusiva para que ninguna empresa se quede atrás. En este sentido el rol de Orkestra es monitorear e impulsar el avance hacia una competitividad para el bienestar, trabajando de forma abierta, flexible, y en continuo diálogo con los diferentes actores.
¿Qué iniciativas recientes de Orkestra destacaría como fundamentales para mejorar la competitividad y sostenibilidad en la comunidad autónoma vasca?
Orkestra tiene proyectos de colaboración con la Comisión Europea, la OCDE, y mantenemos relaciones con más de 30 universidades e institutos de investigación en América, Europa y Asia para así enriquecer nuestras perspectivas y tener una visión abierta y adaptable en un entorno globalizado. Nuestro Observatorio de Competitividad de regiones europeas ha sido fundamental para diagnosticar la situación económica y social, e identificar fortalezas y áreas de mejora. Anualmente hacemos un Informe de Competitividad que ayuda a identificar los retos que tenemos en el territorio. Junto a eso desarrollamos proyectos de investigación que abordan diferentes retos específicos en temas como: transición energética e industrial; competitividad de las pymes; desarrollo, atracción y fidelización del talento; políticas de innovación; o gobernanza colaborativa… En 2023 hubo 52 publicaciones vinculadas a nuestros proyectos de investigación. En definitiva, se trata de hacer investigación de frontera y útil para responder a los retos que tenemos en el territorio.
¿Qué lecciones ha aprendido de su amplia trayectoria en el sector energético internacional que podrían aplicarse al contexto vasco?
Los procesos de cambio profundo en los que estamos inmersos, como el que implica una transición sostenible, es decir, limpia, justa y competitiva, son graduales y sólo pueden acelerarse cuando están muy alineados el marco legislativo-regulatorio, el potencial tecnológico y de innovación, y la cultura, preferencia e intereses de los distintos agentes (ciudadanía, empresas y gobiernos). En la Unión Europea asistimos en la actualidad a un debate trascendente sobre cómo compatibilizar la política energética-climática con la competitividad de la industria y la capacidad de generar valor económico con apuestas tecnológicas adecuadas. No existen recetas que puedan replicarse en todas las economías, por lo que hay que analizar cada caso de forma detallada y entender cuál es la contribución especifica que debe hacer cada territorio a la transición global. El País Vasco cuenta con una estructura económica muy industrial y de servicios avanzados, donde tiene un peso importante la industria intensiva en energía y hay algunas restricciones geográficas para el despliegue de determinados tipos de energía renovable. En nuestro caso, tal vez la mejor contribución a la transición energética global no sea una descarbonización rápida de la economía con un impacto social importante, sino el desarrollo y exportación de tecnologías limpias, equipos y soluciones innovadoras que faciliten la descarbonización a nivel global. No olvidemos que un año de emisiones del País Vasco es equivalente a 5 horas de emisiones de China.
Entrevista completa en la versión impresa.