Juan Miguel C. García
Desde hace ya algunos años, las criptomonedas –o dinero digital que funciona exclusivamente en Internet y que no está controlado por ningún gobierno o banco central– han ocupado muchos de los titulares de la prensa económica, hasta que poco a poco su funcionamiento se ha ido popularizando entre la gente normal.
Las criptomonedas, como el Bitcoin, se basan en una tecnología llamada blockchain (cadena de bloques), que actúa como un registro público y seguro donde se anotan todas las transacciones. A diferencia del dinero tradicional, no existen en billetes o monedas físicas, sino que son códigos informáticos. Se usan para comprar, vender o invertir, y su valor varía dependiendo de la oferta, la demanda y la confianza de los usuarios. Una de sus ventajas principales es que permiten enviar dinero de forma rápida y sin intermediarios a cualquier parte del mundo. Este hecho ha despertado los recelos de los políticos pues ningún poder es capaz de controlar el valor de estas monedas.
Así, la semana pasada conocíamos que el valos de la principal moneda digital, el Bitcoin, acababa de alcanzar un hito histórico al superar los 100.000 dólares por unidad (1 Bitcoin=100.000 dólares estadounidenses). Este logro, impensable hace apenas unos años, ha sido impulsado por una combinación de factores económicos, políticos y de mercado que han convertido a la criptomoneda más conocida del mundo en un activo codiciado tanto por grandes instituciones como por pequeños inversores.
A continuación, analizamos en detalle qué ha llevado a Bitcoin a este máximo histórico y qué puede significar esto para el futuro del ecosistema financiero.
- El contexto político y el papel de Estados Unidos
Uno de los detonantes más recientes de este ascenso ha sido el nombramiento de Paul Atkins como presidente de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) por parte del presidente Donald Trump. Atkins, conocido por su postura favorable hacia las criptomonedas, ha generado grandes expectativas en torno a la regulación del sector.
Con este movimiento, el mercado anticipa un marco regulatorio más flexible y favorable, lo que ha disparado el optimismo entre los inversores. Este contexto ha reforzado la confianza en Bitcoin como activo financiero, posicionándolo no solo como una alternativa de inversión, sino también como una herramienta potencialmente clave en un sistema financiero más descentralizado.
- La aprobación de ETFs de Bitcoin: una puerta abierta al gran público
Los Exchange Traded Funds (ETFs) o fondos cotizados en bolsa, son fondos de inversión que se negocian en mercados bursátiles, de manera similar a cómo se negocian las acciones. Estos instrumentos financieros son populares porque combinan características de las acciones y de los fondos tradicionales, ofreciendo a los inversores una forma más sencilla y diversificada de acceder a ciertos activos o mercados.
Así, la reciente aprobación de los ETFs en bolsa, respaldados por Bitcoin, ha democratizado el acceso a este activo, especialmente para inversores minoristas e institucionales que hasta ahora encontraban complicado o arriesgado entrar en el mercado de criptomonedas.
Un ETF permite invertir en Bitcoin sin necesidad de adquirir la criptomoneda directamente, eliminando barreras técnicas y de seguridad. Este desarrollo no solo ha incrementado la demanda de Bitcoin, sino que también ha legitimado su uso como una inversión convencional, algo que parecía imposible en sus primeros años. Y como sabemos, a mayor demanda de un mismo bien que no es infinito (y el Bitcoin no lo es), provoca una subida en el precio por la Ley de la Oferta y la Demanda.
- Empresas que apuestan por Bitcoin
Otro factor que está tensionando su precio es el creciente interés de las grandes corporaciones por la criptomoneda. Éstas han jugado un papel crucial en el ascenso de Bitcoin. Empresas como MicroStrategy, con más de 402.000 bitcoins en su balance, están liderando esta tendencia.
¿Por qué lo hacen? Se trata de una respuesta dentro de su estrategia financiera destinada a protegerse contra la inflación y diversificar sus carteras (mimimizando sus riesgos). Y así, cada nueva compra masiva por parte de una de estas empresas refuerza la narrativa de Bitcoin como “oro digital”, aumentando aún más su valor.
- La política monetaria: tipos de interés y refugio contra la inflación
Y lo mismo que ocurre con las grandes corporación, ha ocurrido con inversores más modestos. La situación macroeconómica global también ha favorecido a Bitcoin. En un entorno de tipos de interés a la baja (sobre todo en Estados Unidos donde la Reserva Federal ya contempla ese escenario), muchos inversores han buscado activos alternativos que ofrezcan mayores retornos.
Además, la percepción de Bitcoin como refugio contra la inflación se ha consolidado en los últimos años. A medida que las economías enfrentan desafíos relacionados con la impresión de dinero y la devaluación de sus monedas, Bitcoin, con su oferta limitada a 21 millones de unidades, se presenta como una alternativa atractiva.
- Regulación favorable en Europa: el caso de MiCA
Mientras Estados Unidos protagoniza los titulares, Europa también está dando pasos significativos hacia la regulación del mercado de criptomonedas.
En concreto, la Comisión Europea presentó en septiembre de 2020 una propuesta, que fue desarrollada en colaboración con el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea, llamada MiCA (Markets in Crypto-Assets Regulation).
Los expertos creen que muy pronto entrará en vigor, marcando un paso decisivo hacia la regulación del mercado de criptomonedas en Europa. Al parecer, esta regulación no solo otorgará mayor seguridad a los inversores, sino que también fomentará la adopción institucional de Bitcoin. La claridad regulatoria siempre ha sido un elemento clave para atraer capital y fomentar la innovación en cualquier industria, y el sector cripto no es una excepción.
- El halving: cómo la escasez impulsa el precio
Un elemento técnico que no puede pasarse por alto es el “halving” (o reducción en español) del Bitcoin. Se trata de un evento que reduce a la mitad la recompensa por minería de nuevos bitcoins y que ocurre aproximadamente cada cuatro años. En abril de 2024 tuvo lugar el último halving, disminuyendo la oferta de nuevos bitcoins en circulación.
¿Por qué ocurre el halving? El halving está diseñado para controlar la emisión de nuevos bitcoins y garantizar su escasez, lo que es clave para mantener su valor a largo plazo. La cantidad total de bitcoins está limitada a 21 millones, y este mecanismo asegura que no todos se produzcan rápidamente.
¿Cómo funciona? Cada 210.000 bloques, lo que equivale aproximadamente a cada cuatro años, la recompensa por bloque se reduce a la mitad. Por ejemplo, en 2009, la recompensa inicial era de 50 bitcoins por bloque. En 2012, tras el primer halving, se redujo a 25 bitcoins. En 2020, la recompensa pasó a ser de 6,25 bitcoins por bloque. En el próximo halving, la recompensa bajará a 3,125 bitcoins.
El halving disminuye la oferta de nuevos bitcoins en el mercado, y, si la demanda permanece constante o aumenta, puede generar un incremento en el precio. Históricamente, los halvings han coincidido con importantes ciclos alcistas en el valor de Bitcoin. Sin embargo, también generan mayor competencia entre los mineros, ya que las recompensas son menores.
Esta reducción en la emisión, combinada con un aumento constante de la demanda, ha creado una dinámica de escasez que refuerza la apreciación del precio. Históricamente, los halvings han sido precedidos o seguidos de ciclos alcistas, y este no ha sido la excepción.
- La volatilidad: un arma de doble filo
A pesar de estos logros, es importante señalar que Bitcoin sigue siendo un activo altamente volátil. Aunque ha alcanzado los 103.713 dólares en su máximo reciente, el precio experimentó una corrección inmediata y se situó en torno a los 98.000 dólares al cierre de la última jornada.
Esta volatilidad es inherente al mercado de criptomonedas y sigue siendo una de las principales críticas por parte de los detractores de Bitcoin. Sin embargo, para muchos inversores, esta misma volatilidad representa una oportunidad de obtener altos rendimientos en plazos relativamente cortos.
Y sin embargo, esta volatilidad no es bien entendida por aquellos inversores que buscan una estabilidad en el valor de una moneda. Quizá por esa razón, inversores tradicionales huyen de este tipo de inversores a la que tachan de mera especulación.
Un futuro incierto
Bitcoin ha recorrido un largo camino desde su creación en 2009. De ser una idea marginal y casi desconocida, ha pasado a convertirse en un fenómeno global que desafía las normas tradicionales del sistema financiero.
El logro de Bitcoin de superar los 100.000 dólares plantea preguntas fundamentales sobre su futuro. ¿Estamos ante una burbuja especulativa más o el inicio de una nueva era para las finanzas descentralizadas?
Por un lado, el creciente interés institucional y la adopción regulatoria sugieren que Bitcoin está madurando como activo financiero. Por otro, la volatilidad extrema y las incertidumbres en torno a su uso como moneda de intercambio todavía limitan su aceptación masiva.
Además, el impacto ambiental de la minería de Bitcoin sigue siendo un tema de debate, especialmente en un contexto donde la sostenibilidad es una prioridad para gobiernos y empresas.
El ascenso por encima de los 100.000 dólares no solo es un hito para Bitcoin, sino también un reflejo de cómo la tecnología, la economía y la política convergen para transformar el mundo en que vivimos. Si bien los riesgos y las preguntas sobre su futuro permanecen, lo que está claro es que Bitcoin ha llegado para quedarse, y su impacto en la economía global apenas comienza a sentirse.
En un entorno donde la innovación es la constante, no hay duda de que Bitcoin seguirá siendo un tema central de discusión en los años venideros. Su viaje hacia nuevas alturas promete ser tan fascinante como impredecible.