Juan Miguel C. García
Muface, la mutualidad que cubre la sanidad de 1,5 millones de funcionarios y sus familias, está en el ojo del huracán. La licitación para su concierto sanitario quedó desierta, y con ello, se encendieron las alarmas. Aseguradoras como Adeslas, Asisa y DKV dijeron “no” al proceso, argumentando que el incremento del 17% en las primas propuesto no era suficiente. Según ellas, el alza debería rondar el 40% para cubrir los costos.
El Gobierno, consciente de la urgencia, ha prometido soluciones. Según el ministro Óscar López, habrá una nueva licitación antes de que termine el año. El objetivo es claro: ajustar las condiciones para que las aseguradoras vuelvan al juego y garantizar la asistencia sanitaria a los mutualistas. Pero mientras llega ese momento, ¿qué pasa con quienes dependen de este sistema? Por ahora, todo sigue como está. Se ha prorrogado el concierto actual, una medida amparada en la Ley de Contratos del Sector Público, que asegura que nadie se quede sin cobertura.
Sindicatos como CSIF ya han salido a la calle. Protestan por la incertidumbre y exigen una solución definitiva. Mientras tanto, el debate político no se ha hecho esperar. Unos defienden que el modelo híbrido de Muface es esencial; otros ven insostenible mantener la asistencia sanitaria privada para los funcionarios. Incluso se ha planteado la posibilidad de integrar a los mutualistas en el sistema público, aunque esto levantaría sus propias controversias.
Para evitar otro revés, el Gobierno ha iniciado consultas con las aseguradoras. Estas discusiones buscan redefinir las primas, introduciendo nuevos criterios, como la segmentación por edad. Con ello, esperan encontrar un punto medio entre las demandas económicas de las compañías y las posibilidades del presupuesto público.
El futuro de Muface está en juego. Esta crisis no solo afecta a los mutualistas, sino que pone de relieve los retos del sistema sanitario español, donde lo público y lo privado coexisten en un delicado equilibrio. Las próximas semanas serán decisivas. ¿Habrá acuerdo? ¿Se mantendrá el modelo actual o veremos cambios más profundos? Por ahora, la única certeza es que la incertidumbre sigue presente.