José Luis Guerrero
Los tres hermanos llevan juntos toda la vida, pero especialmente unidos en torno al proyecto de una bodega familiar desde 1980, año en el que comenzó su andadura Bodegas Hermanos Pérez Pascuas, una de las bodegas más emblemáticas de la Ribera del Duero que comercializa sus vinos bajo el nombre de “Viña Pedrosa”.
Los tres hermanos han sabido granjearse el cariño y la amistad de todas las personas que se han acercado por Pedrosa de Duero, localidad de la provincia de Burgos, donde se hallan sus cepas y sus vinos de guarda.
“Aquí nadie es más que nadie”, dice Benjamín Pérez Pascuas, a la sazón el mayor de los tres hermanos que ha superado con creces los 80 años y muestra una vitalidad que se aprecia especialmente oyéndole cantar fandangos. Y esa sensación de igualdad hace que todos -propietarios, trabajadores, visitantes e invitados- se sientan como en familia.
“Cuidamos la calidad humana tanto o más que la calidad del vino”, dice Manuel Pérez Pascuas, el segundo por edad, que tiene un talento portentoso para las relaciones humanas. Hace tan sencillo el trato con la gente, que sería un gran profesor en el Master de las Relaciones Públicas.
Y Adolfo, el menor de los tres, apuntala lo que dicen sus hermanos con una frase que refleja a mi modo de ver lo que es la clave del éxito de esta familia: “Con nuestra humildad nos hemos sabido ganar el cariño de la gente”.
Don Mauro Pérez fue el verdadero inspirador de Bodegas Hermanos Pérez Pascuas. Hombre visionario, con gran sabiduría y talento transmitió a sus hijos los valores de la viticultura y la idea de elaborar vinos con una filosofía basada en conseguir la excelencia.
“Cuando todos los jóvenes arrancaban las cepas para transformar las viñas en tierras para el cultivo de cereal o se iban a trabajar a la Michelín de Aranda de Duero, nuestro padre nos decía: No emigréis, mantened las viñas, el vino volverá a tener la importancia que le corresponde. El vino es historia, el vino es cultura y riqueza”. Y el tiempo le ha dado la razón a Mauro.
Viña Pedrosa es hoy una empresa vitivinícola de primer orden de la que viven no sólo los tres hermanos que la fundaron, sino también la siguiente generación -la tercera si consideramos a Mauro Pérez y su esposa-, en la que destacan José Manuel Pérez Ovejas, hijo de Benjamín y director de la bodega; y los hermanos Adolfo y Daniel Pérez Herrero, hijos de Adolfo, que se ocupan de la comercialización y el cuidado de las viñas.
Toda una saga familiar que ha sabido producir unos vinos excelentes, alguno de los cuales ha sido puntuado con 99 puntos en la Guía Parker, después de trabajar paso a paso, sin prisa, reinvirtiendo los beneficios en la mejora de las instalaciones y en la compra de viñedos, por cuanto sólo producen el vino que obtienen en sus 150 hectáreas de las que son propietarios.
En la sala de catas hay fotos de personajes ilustres del mundo de la política, de la diplomacia, de la cultura, de la economía, de los deportes... Por allí han desfilado jefes de Estado como el Rey Juan Carlos I, presidentes de Gobierno como José María Aznar, presidentes de Comunidad como Juan José Lucas o Juan Vicente Herrera, embajadores de Rusia y Estados Unidos, juntos el mismo día y en la misma mesa, artistas como Cristóbal Gabarrón o Marta Sánchez, y futbolistas como los jugadores del dream team del Barcelona o del Real Madrid y Atlético de Madrid.
Allí está destacada la fotografía del Papa Juan Pablo II cuando recibió a Manuel Pérez Pascuas y a su esposa Juani en audiencia, porque desde hace veinte años el Viña Pedrosa se bebe en el Vaticano, después de servir para la celebración por el Papa Wojtila de la Misa de Gallo.
Quien preside la sala de catas es Don Mauro Pérez, quizá porque supo inculcar a sus hijos valores como el amor a la tierra, a sus frutos como el vino, a sus orígenes, al pueblo que los vio nacer y, sobre todo, el amor a la familia, amor que se ha sustanciado en una unión que les ha permitido emprender una de las empresas más innovadoras en el sector vitivinícola en Castilla y León y en España.
La familia Pérez Pascuas se puede considerar afortunada porque tiene asegurado el relevo generacional fruto del amor a la tierra de los nietos de don Mauro. José Manuel Pérez Ovejas, hijo de Benjamín, es un reputado enólogo que sabe dirigir la empresa, coordinando el equipo que forma con sus primos Adolfo y Daniel Pérez Herrero, ocupados, Adolfo en la comercialización del vino como hacía su padre, y Daniel pendiente de las viñas como le enseñó su tío Benjamín. Toda una fortuna.