Manuel Rodríguez, luthier y propietario de la empresa MR Guitarras Españolas, explica los orígenes de su empresa. “Los Marequi eran un grupo flamenco de 1890, al que pertenecía mi bisabuelo, que actuaba para el Zar de Rusia y otros miembros de la realeza. En la Primera Guerra Mundial, un buque de la Armada alemana se hundió en la bahía de Cádiz y murieron unos 1.000 soldados. La gente de esa época tenía miedo de tomar pescado por si estaba contaminado y mi abuelo, que tenía una pescadería en San Fernando, tuvo que cerrar su negocio, y aprendió a hacer guitarras españolas, marchando después a Madrid, antes de la Guerra Civil y trabajó en Casa Ramirez y por las noches en su taller del barrio de Lavapiés”.
Años más tarde es su padre, Manuel Rodríguez Fernández, quien aprende el oficio a los 13 años de edad. ¿Como son aquellos años y como se desarrolla la actividad de la empresa entonces?
Mi padre, segunda generación, aprendió con mi abuelo durante la Guerra Civil. En aquella época, cobraban 20 pesetas por un laúd y 50 pesetas por una guitarra y cogían la madera de los baúles del café de Brasil, en el Mercado de Lavapiés. Fueron unos años duros, pero siguió la marca y mi padre montó un taller. Un profesor de UCLA le dijo que hacían falta guitarreros para la industria de Hollywood, en Los Ángeles; entonces mi padre se casó, y sin saber inglés se marchó para allí con 100 unidades, unas maderas y herramientas a conquistar Hollywood. Yo nací allí, donde vivimos 20 años, y donde aún tenemos el taller en West Hollywood, cerca de Beverly Hills. Cuando empezó la competencia japonesa y desde USA sólo cubríamos este mercado, volvimos a España.
¿En qué momento comienza su actividad internacional? ¿Cómo se hacía para exportar guitarras en aquella época? ¿Cómo se hace ahora?
Al volver a la madre Patria fue cuando yo empecé a fabricar guitarras con mi padre, en Ventas, cerca de la plaza de Toros. Como me pesaban los libros empecé a aprender primero a hacer laúdes y bandurrias en los años 80 y luego guitarras, al ser americano californiano daba clases de inglés en la Academia Marshall. Con mis primeras guitarras viajé a UK, Bélgica, Francia, y tuve éxito con los pedidos. Después mi padre me compró un Mercedes de 10.000 kgs para llevar 1.000 guitarras y con Yellow Pages y Mapas visitamos tiendas de música hasta el Muro de Berlín y Suecia. Así empezó la aventura de nuestra exportación de las guitarras en cada país, y todavía no estaba España en la CEE.
La expansión creció con las Ferias de Frankfurt y Namm y en Shanghai y en 25 años hemos conseguido exportar a 120 países.
En la actualidad trabajamos con las empresas alemanas de más prestigio del mundo, Thomann Gewa y tenemos las plataformas más grandes del mundo de la música. Empezó la marca con un buque alemán en la Primera Guerra Mundial y ahora estamos asociados con los distribuidores más importantes de nuestra industria de ese país.
¿Qué países significativos les faltan por incorporar a su faceta exportadora?
Sólo nos falta la Antártida y Polo Norte, tengan en cuenta que la guitarra es un producto de lujo y sólo se puede vender en los países ricos, cubrir 120 países ya es una hazaña. De los 70 países que he visitado aproximadamente con mis distribuidores, es un mercado de shaking hands, el sector de la Música viene del corazón y del alma, es totalmente distinto a otros sectores, como el del automóvil o el textil, por ejemplo.