¿En qué momento fue designado presidente de Ernst & Young España y cuáles fueron los retos que se propuso alcanzar en aquel momento? ¿Cuáles se han hecho realidad y qué le queda pendiente?
Mi nombramiento como presidente de la firma se produjo en junio de 2004, casi 24 años después de que entrara a formar parte de la compañía, lo que supuso un paso más en una carrera que ha sido larga dentro de la casa y los retos que afrontamos en aquel momento fueron revisar la posición de la firma. Hicimos un Plan Estratégico que cubría prácticamente tres variables: nuestra posición de mercado, la calidad y todo lo referente a los recursos humanos y, por último, nuestro crecimiento en comparación con la competencia. Nos pusimos a trabajar en esas áreas con un plazo de tres años vista, y la verdad es que el resultado fue muy positivo. Contestando a la segunda parte de la pregunta, diré que, efectivamente, debido a lo detallado del Plan, pudimos ver cómo algunos de esos objetivos se cumplieron dentro del plazo previsto. Sobre todo, lo que tenía que ver con alcanzar la acreditación de calidad ISO 9001 en cada una de nuestras actividades, certificación que obtuvimos en el año 2006; lo cual nos permitió mejorar nuestros procedimientos internos. Ese mismo año lanzamos un programa para medir la satisfacción de nuestros clientes en relación a la calidad de los servicios que les venimos ofreciendo. El programa, llamado ASQ por sus siglas en inglés que significan Adicional Service Quality (Servicio Adicional de Calidad), lo aplicamos a nivel global, y consiste en identificar a los principales clientes de Ernst & Young y hacer una serie de entrevistas a los ejecutivos principales con los que tenemos contacto o enviarles un cuestionario algo más extenso a fin de que nos trasladen sus impresiones y sugerencias para mejorar nuestro trabajo.
No conviene olvidar que Ernst & Young es el resultado de la fusión en 1989 de Ernst & Whinney y Arthur Young & Co. La primera de ellas, procedente, a su vez, de la fusión de otras dos empresas del sector. Es decir, que a comienzos del siglo XX nuestra actividad estaba más que extendida en mercados como el estadounidense y en el Reino Unido. A nuestro país, llegó a comienzos de los años 70, que fue el momento en el que las multinacionales anglosajonas exportaron este modelo de negocio al mercado español, con el fin de ofrecer a las firmas locales los servicios que ya tenían desde hacía muchos años en el extranjero. La Ley de Auditoría trajo el pleno reconocimiento de sus actividades y supuso la plena consolidación del sector, más o menos a finales de los años 80. En la década siguiente todas ellas ampliaron la oferta de sus servicios al asesoramiento fiscal y a la consultoría de negocio, y ese modelo es el que llega a nuestros clientes hasta el día de hoy. Ese acompañamiento ha supuesto que las firmas que nacen en España como filiales de las extranjeras, sirven ahora también a las empresas nacionales fuera de nuestras fronteras. De hecho, fuimos nosotros quienes exportamos más trabajo que el que nuestra red nos aporta en España, lo cual no es mérito nuestro, sino de nuestros clientes.