Joan Torres es Ingeniero de Telecomunicación por la UPC y MBA por ESADE. Actualmente es CIO y director ejecutivo de Logística de GM Food Ibérica, empresa líder de la distribución mayorista de productos de alimentación en España con 95 años de historia, 1.200 M€ de facturación y 2.500 empleados. Las principales líneas de negocio de GM Food Ibérica son HORECA (cliente profesional) y Retail (centrados en supermercados de proximidad).
Joan Torres, además, es vicepresidente y vocal internacional de AUSAPE, y desde el pasado mes de noviembre uno de los 5 miembros del Management Board de SUGEN (asociación internacional que actúa como representante de las asociaciones nacionales de usuarios de SAP defendiendo intereses comunes).
Desde hace 15 años compagina sus responsabilidades profesionales con tareas docentes en diferentes Universidades relacionadas con la Dirección y Gestión de Sistemas de Información.
Un profesional que se define como una persona muy orientada a resultados, exigente y un buen gestor del cambio.
Joan, usted es CIO de GM Food Ibérica, uno de los grupos de distribución mayorista más importantes de España. ¿Cuáles son sus principales responsabilidades dentro de la compañía?
Mis principales responsabilidades en GM Food Ibérica consisten en gestionar dos grandes áreas de la compañía, por una parte, el área de IT y por otra el área de Logística. Ambas áreas han sufrido procesos de transformación importantes en los últimos años con el objetivo de garantizar el servicio de la forma más eficiente posible.
¿Cómo ha cambiado el uso de la tecnología en la distribución desde su llegada?
Por un tema de casualidad, resulta que toda mi vida profesional la he dedicado a apoyar el modelo de negocio de distribución en diferentes sectores. En concreto, en mi etapa profesional actual en GM Food Ibérica en la distribución de productos de alimentación, droguería y bebidas.
En general el modelo de negocio de distribuidor es un negocio de alta rotación y márgenes bajos. Esta situación hace que el primer objetivo que se le pide a la tecnología, es que apoye a las compañías en el camino del incremento continuo de la eficiencia de los procesos operacionales. Es decir, foco en los procesos para poderlos rediseñar, simplificar, automatizar y, en definitiva, asegurar su mejora continua con el principal objetivo de reducir el gasto recurrente.
El segundo gran objetivo que se le pide a la tecnología, es identificar palancas de valor al cliente para que esta intermediación que realiza el distribuidor, que al final le cuesta dinero, la siga encontrando necesaria. En este sentido la distribución debe apostar firmemente por proyectos que apuntalen la experiencia del cliente. En este eje estamos hablando, por ejemplo, de analítica avanzada de la información con tecnología como Business Intelligence o Big Data; y de programas de omnicanalidad como facilitadores de la venta. La omnicanalidad permite al cliente en un momento determinado escoger el canal más adecuado para realizar sus transacciones con el distribuidor (ecommerce, atención telefónica, presencia física en los Puntos de Venta, visita del comercial, etc.), y el distribuidor debe asegurar que, independientemente del canal que el cliente utilice, disponga siempre de toda la información de relación con el cliente en un único repositorio de datos. Y todo lo anterior acompañado con un motor promocional común para todos los canales.
El tercer objetivo, es extender esa cadena de valor hacia los fabricantes para conseguir realizar acciones promocionales conjuntas que benefician a toda la cadena, es decir, fabricante, distribuidor, retailer y consumidor final.
Una de las palancas para alcanzar estos objetivos es con la ayuda de procesos de digitalización de la compañía, es decir, implementando tecnologías que ayudan a gestionar retos que toda la vida ha tenido el distribuidor, pero que no ha podido resolver hasta el momento principalmente por dos motivos: o bien que no existía la tecnología adecuada en el mercado y, en momento determinado, aparece (por ejemplo, el reto que siempre ha habido de la trazabilidad de los lotes de los productos alimenticios que resuelve la tecnología blockchain); o bien, que ya existía la tecnología en el mercado, pero su coste se vuelve alcanzable por parte del distribuidor.