Diego Roves
La evolución histórica de las ciudades no sólo se percibe en la mejora de las infraestructuras públicas y el urbanismo. Elementos urbanos como los contenedores forman parte de los avances industriales tangibles que los ciudadanos han visto de cerca. Hace más de 30 años, la empresa Contenur comenzaba a protagonizar e impulsar la revolución de la contenerización de residuos sólidos urbanos, introduciendo el plástico como material sustitutivo del metal. Así, mejoró la vida útil de estos contenedores, reduciendo sus costes de producción y facilitando su mantenimiento. Una apuesta importante, ya que la opinión de los ciudadanos acerca de su ayuntamiento y sus servicios públicos pasan, en parte, por la percepción que tengan de su sistema de recogida de basuras. Contenur opera en un mercado industrial de tamaño limitado en cada país, por lo que desde el inicio ha nacido con vocación internacional y ya cuenta con 14 filiales en Europa, América Latina y Asia.
Ustedes son líderes en España y terceros en Europa en fabricación y mantenimiento de contenedores para Residuos Sólidos Urbanos.
Comenzamos en España desde el inicio con una clara vocación internacional. El mercado español no es especialmente grande, por lo que enseguida comenzamos a introducirnos en otros países. El sector de los contenedores tampoco es muy grande, por lo que necesitábamos estar en bastantes países para tener escala y ser competitivos. Comenzamos operando en el extranjero a través de Portugal y luego saltamos al resto de Europa. Tuvimos dos fases de internacionalización: una tuvo lugar a finales de 1990, donde decidimos ir a los mercados más cercanos y básicamente crecemos en Italia, Francia e Inglaterra; y una segunda, a raíz de la crisis y de la caída dramática de actividad en la Península Ibérica, en que vimos la necesidad de abrir nuevos horizontes y construir una fábrica en Polonia, consiguiendo ser líderes de este mercado y expandirnos en República Checa y Europa del Este. Animados por este desarrollo, en 2013 decidimos iniciar una tercera etapa ya en América Latina, entrando a través de la compra de una empresa de Brasil que era líder en la región, por lo que fue una apuesta muy sostenible. También abrimos actividad comercial en Colombia y más adelante iniciamos actividad en Argentina, con una posición muy competitiva. A todo ello hay que sumar la apertura de filiales en Emiratos Árabes, donde ya contábamos con actividad comercial pero creíamos conveniente tener presencia local, y en Singapur, con el fin de entender plenamente el mercado asiático que, para nosotros, es el futuro.
La compañía es socialmente responsable. ¿Qué proponen ustedes en economía circular y sostenibilidad?
La sostenibilidad es un concepto amplio que incluye la dimensión económica (sociedad, accionistas, proveedores, colaboradores, etc.) y el aspecto social, que cuidamos mucho y que engloba la selección de las personas, su formación, el desarrollo de su carrera, la motivación… Esto lo cuidamos muchísimos y tenemos unos índices de satisfacción de los trabajadores muy altos. Y es muy gratificante ver que esta empresa no sólo genera negocio, sino que además sirve de entorno para que la gente trabaje de una forma feliz y dedica parte importante de su tiempo a realizar una actividad que le complace. También contemplamos aquí todo lo relativo al medio ambiente, y esto es importante para nosotros ya que realizamos equipos para mejorar el entorno. No obstante, trabajamos con plástico, y a nivel social este material está siendo objeto de conversación pública por sus efectos en el planeta. Por tanto, hemos redactado un compromiso que gira alrededor de tres ejes muy importantes para nosotros: incrementar el uso de materiales reciclados y la reutilización en la producción de nuestros productos (de hecho, hoy día el 37% de nuestra materia prima actual es reciclada y esperamos aumentarla al 50% en el medio plazo); minimizar y reducir al máximo el riesgo de vertidos de bolas de polietileno al alcantarillado y, por derivación, al mar, siendo la primera empresa en Europa en conseguir una certificación AENOR en este sentido; y ser más eficientes en lo que a consumo de recursos se refiere en términos de fabricación, consiguiendo certificaciones en este ámbito.