La sensibilidad que deben tener las empresas e industrias con la situación del ámbito social, del medio ambiente y de la buena gobernanza, se basa, a juicio de una organización de un amplio espectro representativo empresarial y social en España como es Forética, en la sostenibilidad, que tal y como reafirma una y otra vez, su director general Germán Granda Revilla, es quien “marca un camino fundamental para el desarrollo empresarial global”
¿Qué es Forética y cómo surge?
En el año 1999, la idea la lanza Alberto Urtiaga, (fallecido en 2017), con el fin de llevar a cabo una gestión de la calidad, del medio ambiente, y, sobre todo, de una gestión empresarial basada en la ética. Ese proyecto se desarrolló dando lugar a una asamblea un año después en Barcelona, donde quedó constituida nuestra organización, de la que tengo el honor de haber sido uno de los socios fundadores,
¿Cómo se desarrolla el proyecto inicial?
Hay que tener en cuenta que en ese momento no había en España ningún foro que sirviese de referencia en el ámbito de la sostenibilidad Es cierto que la preocupación de los ámbitos sociales y ambientales desde el punto de vista empresarial no eran nuevos. Había una cierta preocupación, sobre todo, con la irrupción de la industria más moderna, con informes a nivel mundial y mucha reflexión, pero había que dar un paso más canalizando a través de los agentes sociales de esa preocupación.
¿Cuántos socios tiene la organización y quienes la forman?
Actualmente contamos con más de 200 socios, que forman parte de grandes empresas, multinacionales, empresas públicas que trabajan en el ámbito de sostenibilidad, sobre todo medioambiental, pymes, y un grupo muy interesante e importante de ONGs que colaboran de forma importante en la aceleración de las prácticas derivadas de la sostenibilidad en el proceso empresarial.
A su juicio, ¿cuál es el rol que debe tener una empresa en este ámbito social?
En estos cinco últimos años se ha producido un gran cambio en la forma de afrontar por parte de las empresas los retos sociales y ambientales. Antes había un proceso en la forma de hacer negocios que ahora ha cambiado, porque se ha registrado una situación que requiere dar más importancia al impacto sobre la naturaleza, sobre las energías alternativas, la desigualdad social… Nos encontramos en un instante donde todos esos elementos que solemos incluir dentro del paraguas de la sostenibilidad pueden desequilibrar de forma definitiva la situación del mundo. Y las empresas tienen la responsabilidad de aportar soluciones.
Usted ha destacado siempre que el camino es la sostenibilidad. ¿Se puede decir que es fundamental para el desarrollo empresarial?
Efectivamente. La sostenibilidad es en este momento una prioridad absoluta por varias razones. Es una convicción en el marco de las empresas de que este es el camino que se debe seguir. Y eso se ha manifestado, claramente, en la aparición de Comisiones de Sostenibilidad en los Consejos de Administración de las empresas, donde antes no existían. Tenían otras comisiones, también importantes, pero no una dedicada a la sostenibilidad empresarial.
¿Tendencia sólo de las grandes empresas o de todos los entes empresariales?
Es general. Como ya he dicho, en nuestra organización hay además de empresas, ONGs, exactamente 17, lo que marca el interés que hay, porque estamos ante una demanda social y de mercado, que cada vez demanda más un sistema de vida que sea sostenible. Pero, además, hay otros elementos, entre ellos, por ejemplo, el regulatorio. En Europa se ha aprobado en 2019 el Pacto Verde. Se habla de un descenso de la emisión a la atmósfera de partículas nocivas en 2030 y llegar hasta una emisión, prácticamente cero, en 2050. A ello hay que añadir que también existe una mayor presión por parte de los inversores, de los fondos..., a la hora de gestionar sus activos, que han comenzado a invertir con criterios sociales y de buen gobierno para disminuir sus riesgos.
¿Están preparadas las empresas para esa transición?
Hay que hacer una transición justa, que es cierto que puede llevar, en algunos casos, años. Y que se deben cambiar algunos de los conceptos que se barajaban, sobre todo en lo que se refiere al impacto sobre el medio ambiente. Pero las empresas deben abundar en la actualización y formación, por ejemplo, del personal adecuado que sepa estar preparado para afrontar el reto del futuro que viene con la nueva tecnología ambiental.