Diego Roves
Pelayo Mutua de Seguros pasa por un momento ilusionante. Plenamente satisfecha del balance de su Plan Trienal 2016-2018, afronta el futuro con la vista puesta en seguir creciendo en diversificación del negocio -ya sea por crecimiento orgánico o por operaciones de carácter corporativo- y mantener sus altos niveles de solvencia. Y es que, a cierre de 2017, la compañía se sitúa tres veces por encima de la cuantía de solvencia exigida, con un capital disponible de 396,1 millones de euros. Una empresa aseguradora que se dirige especialmente al cliente individual y a la familia, que sigue apostando por la cercanía y el buen servicio que ofrecen los canales de distribución tradicional, reconociendo el trabajo del agente y del corredor -sin pasar por alto el crecimiento que los canales más innovadores prometen en el sector-, y que se reafirma en la satisfacción de sus propios empleados que, con una ratio de antigüedad elevada, mantienen su compromiso y fidelidad.
¿Qué balance hacen ustedes en cuanto a la implementación de Solvencia II? ¿Sigue teniendo la Mutua un excelente nivel de solvencia?
Toda la legislación puesta en marcha en relación con Solvencia II ha sido muy exigente con el conjunto de las compañías aseguradoras. Hemos tenido que trabajar mucho y aplicar grandes recursos que tienen que ver con la gobernanza, lo que ha supuesto poner en marcha procesos, tecnología y dedicación de inversión de forma significativa. La evaluación sectorial es que hemos hecho los deberes, y hay una respuesta razonable en cuanto al alto nivel de exigencia regulatoria. Bien es cierto, que el siguiente paso debería ser que las altas inversiones que hemos dedicado para ponerlo en marcha ofrezcan un rendimiento a nivel de gestión y control del negocio.
¿Cómo va el cumplimiento del Plan Trienal 2016-2018 de Pelayo?
Estamos bastante satisfechos de lo que ha sido el balance de 2017, que ha traído consigo un beneficio neto de 2,6 millones de euros, lo que se traduce en un incremento del 6% respecto al año anterior. Es verdad que los últimos ejercicios hemos puesto un foco alto en la recuperación de los márgenes y creemos que los objetivos que nos habíamos planteado se están viendo cubiertos, con un mantenimiento del nivel de negocio. Nuestra percepción es positiva y creemos que estamos preparados para en 2018 seguir por la senda del crecimiento y de la diversificación del negocio, donde tenemos mucho camino aún por recorrer.
En cuanto a las inversiones de la Mutua, ¿siguen aplicando criterios conservadores; por cierto, una constantes en sus decisiones?
Sí. Nuestra estrategia de inversiones siempre ha seguido criterios de prudencia. Así, tratamos de optimizar el rendimiento de nuestra cartera de inversión, lo que cada vez resulta más complejo, ya que tradicionalmente las compañías de seguros hemos invertido en deuda pública y títulos de renta fija que acostumbraban a aportar un rendimiento atractivo a través de un entorno de tipos de interés mucho más elevado del actual. Sin embargo, la situación de bajos tipos de interés ha provocado que los caladeros más habituales de inversión del sector asegurador estén bastante agotados. Esto nos está llevando a explorar posibles alternativas de inversión que compensen la bajada de los tipos de interés, sin que afecte a nuestros criterios de prudencia y de exigencia para no poner en riesgo la solvencia de la Mutua.