Miguel A. Gallego
En un contexto en el que apenas existían opciones laborales para el colectivo de personas con discapacidad, su actual presidente, Albert Campabadal, decidió en 1993 fundar Servicios Integrales de Fincas Urbanas (SIFU). En un principio, SIFU nació para prestar servicios desarrollados por personas con diversidad funcional en áreas como la jardinería, limpieza y conserjería en comunidades de propietarios, habiendo ampliado sus líneas de negocio en la actualidad, como nos explica Cristian Rovira Pardo, su vicepresidente, en esta entrevista.
¿En qué consiste el negocio de Grupo SIFU y con cuántas oficinas lo apoyan a nivel nacional?
Desde los años 90, SIFU ha protagonizado una enorme transformación. A fecha de hoy, Grupo SIFU es un centro especial de empleo especializado líder en la prestación de Facility Services mediante la integración laboral de personas con discapacidad. En este sentido, cabe destacar que más del 85% de la plantilla son personas con diversidad funcional. El grupo está presente en todas las comunidades autónomas a través de 31 delegaciones, cuenta con más de 4.200 trabajadores y más de 1.600 clientes.
Ustedes son líderes en su sector, en cuanto a la inserción laboral de personas con discapacidad. ¿Por qué esta ingente labor con este colectivo? ¿Qué porcentaje de su plantilla son discapacitados y de qué forma ha evolucionado el mercado laboral para ellos?
Como comentaba, Grupo SIFU ya nació con la vocación de dar trabajo a las personas con discapacidad en una época en la que no se confiaba en las capacidades de este colectivo. Por suerte, en estos más de 20 años, la sociedad ha cambiado en este aspecto y cada vez son más las empresas que se preocupan por respetar la ley y actuar de forma responsable con la sociedad. No obstante, aún queda mucho trabajo por hacer, pues la tasa de desempleo de las personas con discapacidad se sitúa por encima del 30%, siendo todavía mucho más elevada que la media del país.
En el caso de Grupo SIFU, más del 85% de nuestra plantilla tiene algún tipo de discapacidad, ya sea física, orgánica, sensorial, intelectual o mental. Además, más de 1.000 de nuestros empleados tienen perfiles considerados de difícil inserción.
Hace unos meses ha salido publicado su primer libro “Responsabilidad Social Competitiva”, en el que habla de una nueva generación de empresas socialmente competitivas. ¿Qué quiere decir?
Una empresa es socialmente competitiva cuando desde el primer euro invertido está contribuyendo a crear un mundo mejor, ya sea a través de la sostenibilidad o el factor social e independientemente de si la compañía ya está ganando dinero o no. Así pues, las empresas que aplican la Responsabilidad Social Competitiva lo hacen desde su esencia y desde el principio, lejos de otras compañías que conciben la responsabilidad social como un plus o como una práctica para mejorar su imagen.
La proliferación de coches eléctricos, cosméticos ecológicos o del turismo sostenible nos demuestran que cada vez más los consumidores tienden a comprar valores y no productos, premiando a aquellas marcas que contribuyen a “hacer el bien” siempre que sigan siendo también competitivas en calidad y precio.