José Luis Guerrero
Sigue siendo un hombre con la inquietud de un emprendedor que cada día debe aportar una idea nueva o poner en marcha una iniciativa que permita avanzar a su grupo empresarial en materia de innovación, tecnología, nuevos productos, internacionalización, etc.
Carlos Moro, presidente del Grupo Matarromera, también conocido como Emina en el siglo XXI, no quiere dormirse en los laureles de una empresa vitivinícola familiar, acrisolada en la Ribera del Duero durante décadas, siguiendo la estela de los monjes cistercienses que cultivaron la vid aposentados en el Monasterio de San Bernardo, a pocos metros del buque insignia del Grupo en el municipio de Valbuena de Duero.
Carlos Moro acaba de sacar al mercado un vino producido en La Rioja alavesa, que es la penúltima novedad de la casa. Un vino riojano elaborado con los métodos y el talento de la Ribera del Duero, lo que le da un toque de distinción y clase difíciles de encontrar en los vinos riojanos.
Y además acaba de poner en marcha Matarromera Social, el compromiso de la compañía vallisoletana con la sociedad que ha llevado a esta empresa a crear un área específica incorporando a un referente en la materia como es Francisco Sardón, presidente de PREDIF, Asociación de Personas con Discapacidad Física.
Señor Moro, esta vertiente social de Matarromera es algo nuevo en su compañía. Háblenos de lo que significa.
Forma parte de la Fundación Carlos Moro de Matarromera. Esta fundación nada tiene que ver con el vino. Sus conceptos son promoción en la investigación y el desarrollo, sostenibilidad y cuidado de la naturaleza, cuidado de los colectivos más desfavorecidos de modo que algunos de ellos puedan trabajar con nosotros, como es el caso de Francisco Sardón, y accesibilidad a nuestras instalaciones (bodegas, hotel rural…) de este tipo de colectivos. La contratación de Francisco Sardón obedece a desarrollar la Responsabilidad Social Corporativa.
Entrando en materia económica la Bodega Matarromera ha cerrado el ejercicio pasado con una facturación de 22,5 millones de euros, lo que representa un crecimiento del 8,5%, lo cual no está nada mal en los tiempos que corren.
Acusamos la crisis igual que los demás, si bien tomamos medidas y hacemos esfuerzos para el crecimiento de nuestra empresa. Acciones como la diversificación, el mercado internacional, el posicionamiento de nuestros vinos de alto nivel hace que nuestro crecimiento sea bastante interesante.
Usted ha sido condecorado recientemente con el Premio Nacional de Innovación, que reconoce a empresarios con una trayectoria excelente con la innovación como factor definitorio.
Gracias a nuestra apuesta por I+D+i, la innovación es una seña de identidad en nuestro grupo de empresas, de hecho alguna no hubiese nacido como las vinculadas a la biotecnología, como Agrobiotec o Esdor Cosméticos. Sin este factor la mejora y calidad del vino no se hubiera podido dar. En enología buscamos dar un paso más con investigaciones nuevas y la búsqueda de la excelencia.
Hablando de esta materia me llama la atención que hayan creado un consorcio de investigación para obtener productos a partir de aceituna que frenen el envejecimiento ¿cómo va este asunto?
Muy bien, pero no es flor de un día. Además de la uva, apostamos por el olivo y todo lo que hay a su alrededor como es el aceite de oliva y también otros componentes que tiene este fruto. Estamos intentando aprovechar los extractos de aceituna al sector cosmético. Los aceites de oliva virgen extra Oliduero son los que utiliza la cosmética Esdor. El aceite que hacemos en estas latitudes es muy bueno, acabamos de recibir una medalla de oro en el área mediterránea por nuestro aceite de oliva virgen extra, a pesar del poco tiempo que llevamos comercializándolo, si bien sus inicios se remontan a doce años.