Antonio Garamendi tomó posesión de la Presidencia de Confederación Española de Organizaciones Empresariales en 2018, y al preguntarle el balance que hace de estos años, responde: “Sólo puedo decir que cada minuto que llevo siendo presidente de CEOE he hecho todo lo posible por defender los intereses de esta casa que es la de los empresarios y, en ese empeño, intentar acercar, explicar y hacer entender a la sociedad, a las instituciones, etc. cuál es el papel y el valor del empresario. Lo fundamental de su actuación en nuestro país. Y sinceramente, no entro en si es mérito del equipo de CEOE que trabaja en esa dirección desde que soy su representante, pero creo que hoy se ve al empresario de otra manera y eso nos está abriendo puertas a la colaboración público-privada que nos permite multiplicar las capacidades de este país y ponerle en donde se merece”.
Los fondos europeos son una oportunidad histórica para España, que llegan en un momento muy delicado para nuestra economía. ¿Qué mecanismos de control se le demandan al Gobierno para que el reparto sea el más eficiente posible, tanto por distribución geográfica, como por sectores de actividad?
En efecto, los fondos europeos son un tren que no nos podemos permitir dejar pasar. Por eso creemos que el control permanente sobre la ejecución de los fondos debe ser una prioridad para la Unión Europea y del Gobierno de España. El cumplimiento íntegro de los hitos comprometidos por el Ejecutivo debe ser, diría incluso, una prioridad de país para asegurar una adecuada velocidad en la recuperación económica y en la transformación del modelo productivo hacia uno más digital, sostenible e industrial.
A nadie se le escapa que España tradicionalmente ha realizado una gestión y ejecución mejorables de los fondos europeos. Por ello, CEOE ha lanzado este mes de septiembre un task force de fondos europeos, así como un grupo territorial con las organizaciones autonómicas, con el objetivo de hacer un seguimiento detallado de la ejecución y gestión de los fondos en España.
El objetivo es identificar áreas de mejora para proponer al Gobierno y a la Comisión Europea de cara a asegurar el máximo impacto de los fondos, con datos a tiempo real cualitativos y cuantitativos.
Las empresas españolas llevan años trabajando en la digitalización de su actividad y procesos, sobre todo en la adopción de sistemas en la nube, big data, robótica o la Inteligencia Artificial, entre otras. ¿Qué es necesario para crecer más rápidamente?
España cuenta con unas infraestructuras de telecomunicaciones de primer nivel, gracias al esfuerzo inversor de las empresas del sector en las últimas décadas. Esto lo refleja de manera fehaciente el índice DESI (Índice de la Economía y la Sociedad Digital) que publica la Comisión Europea, donde nuestro país ocupa la cuarta posición de 28 Estados Miembro analizados.
Sin embargo, debemos ser conscientes de la necesidad de seguir avanzando en el desarrollo de las infraestructuras de comunicaciones de última generación, como el 5G, que nos permitirán cohesionar el territorio y dar respuesta a nuevos servicios que demandarán grandes velocidades de comunicación con tiempos de respuesta mínimos, como puede ser el caso de la telemedicina o el vehículo conectado, entre otros.
Por ello, es imprescindible que las Administraciones Públicas, a todos los niveles (Estado, Comunidades Autónomas y Entidades Locales), establezcan las condiciones necesarias y un marco estable y predecible que incentive las inversiones y permita un despliegue de infraestructuras de comunicaciones con las garantías y seguridad jurídica necesarias.
Las relaciones entre el Gobierno de la nación y los agentes sociales a lo largo de los años han pasado por buenos y malos momentos. ¿Cómo las calificaría hoy en día con el Gobierno central y los sindicatos?
Creo que es importante que distingamos lo que son las relaciones en el seno del diálogo social, la salud del diálogo social o los encuentros y desencuentros en temas puntuales. Como he dicho muchas veces, CEOE se mueve por los principios de independencia, lealtad institucional y sentido de Estado. Esto nos mueve a sentarnos en cualquier mesa de negociación a la que se nos llame, sea el Gobierno que sea. Eso quiero que quede claro. A partir de ahí creo que el diálogo social goza de buena salud, como se ha visto en la decena de acuerdos alcanzados en los últimos años. Pero esa buena salud también se ve cuando una o varias de las partes decide no firmar un acuerdo ante la incapacidad de asumir lo que allí se propone. En este sentido, también quiero aclarar que si en algún momento CEOE decide no estar en un acuerdo eso no tiene que verse como un deterioro del diálogo social, habrá otros temas en los que sí estemos. Lo importante es que se tenga en cuenta la voz de todos, para decir adelante o para decir, por ahí no pasamos.