José Miguel Sánchez
Psicólogo organizacional y deportivo. Asesor de directivos, conferenciante, profesor de IE Business School y coach ejecutivo.
Sí, ya sé que lo has hecho muchas veces, pero ¿te has planteado hacerlo a diario?
Trabajo habitualmente con profesionales, ya sea en equipo o individualmente y debo decir que no es frecuente que el humor, la sonrisa y la sensación de disfrute sea lo que más destaque en ellos.
En un entorno tan exigente, complejo y demandante, pareciera que lo último que debiéramos hacer es sonreír. Sin embargo, yo pienso exactamente lo contrario. Cuanto más duro sea el día o la semana más debemos buscar esos momentos en los que encontremos la paz y la tranquilidad que todos merecemos para disfrutar de cada jornada.
El estrés, la adversidad, la presión, los cambios y el día a día parece que deben ser quienes dirijan nuestra vida, pero nada más lejos de la realidad. Nuestra existencia debería ser dirigida o mejor dicho, elegida por cada uno de nosotros.
Si no eliges, no podrás ir a lugares diferentes. Si no eliges, tus objetivos no dependerán de ti. En definitiva, si no eliges, no serás dueño de tus pensamientos, de tus emociones, de tus decisiones, de tu vida…
Y, ¿cómo has de hacer para que estas líneas no acaben siendo sólo palabras vacías? Te propongo 10 sencillos pasos:
- Sonríe cada día y todas las veces que puedas en el día.
- Escucha música que te divierta o que te genere ganas de bailar o simplemente buen rollo.
- Lee libros o historias que te provoquen una sonrisa de vez en cuando.
- Recupera el hábito de ir a monólogos, obras de teatro o ver series y películas que te aseguren carcajadas abundantes.
- Conecta con tu versión divertida y aprende a reírte de ti mismo.
- Genera pensamientos sin juicios sobre ti y sobre los demás.
- Disfruta de las emociones positivas que te asalten durante el día y trata de contagiarlas a otras personas.
- Mantén siempre un estado de ánimo tranquilo y alegre que mantenga tus emociones negativas alejadas, mientras no sean necesarias.
- Disfruta, celebra, da las gracias y acepta cuando otra persona reconoce tu ayuda o tu comportamiento con respecto a ella.
- Utiliza tu inteligencia emocional y desarróllala cada día para que, desde el reconocimiento y la gestión de tus emociones, puedas identificar y reconocer las de los demás.
Éstos son diez pasos que cualquiera podría decidir comenzar mañana a hacer y, en unos pocos meses, haber generado un hábito que jamás abandonaría. Sin embargo, en mi experiencia, un número importante de los lectores de esta tribuna pensarán que esto no es más que otro panfleto de autoayuda y que no es para ellos, por lo que seguirán generando niveles elevados de cortisol, adrenalina y noradrenalina, asociados al estrés y la presión provenientes de las responsabilidades profesionales y personales que todos tenemos.
¿Qué hace entonces que todos conozcamos lo que nos hace bien y, por el contrario, sigamos anclados a aquello que nos hace daño? La respuesta es la llamada, de forma errónea, zona de confort. Un lugar, una actitud y, en conclusión, un conjunto de acciones que nos impedirán esforzarnos y cambiar de rumbo para ir a por aquello que nos hace bien.
Por esta razón, hace años decidí llamar a esta zona, la zona de dolor. Si nos quedamos anclados a ella, la consecuencia principal es el sufrimiento, sobre todo, psicológico. El refrán, "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer", muestra a la perfección la susodicha zona de dolor.
Siempre se ha dicho del ser humano que es un ser de costumbres, de hábitos que, aunque duelen, demasiadas veces se mantienen por no hacer el esfuerzo de probar cosas nuevas que nos harán sentir novatos. Justamente lo que seremos cada vez que emprendamos un camino nuevo, que esté por explorar y que nos generará esa incertidumbre asociada a lo desconocido, pero que también nos exigirá trabajar de forma diferente a como lo llevamos haciendo desde hace tiempo. Ese cándido explorador de nuestra vida en el que nos convertiremos nos ayudará a conocernos mejor y, por ende, a disfrutar más de nosotros mismos.
Por cierto, redacto este artículo a 40.000 pies de altura, cruzando el Atlántico, con una tripulación que dio la bienvenida a cada pasajero con una sonrisa de oreja a oreja y que no deja de ser amable y servicial con el pasaje durante las 7 horas de vuelo que ya han transcurrido. (Probablemente, lo estarán haciendo porque sabían que hoy iba a escribir esta tribuna).
Lo escribo también mientras escucho a Miley Cirus, una artista que seguro que sabe lo que es la adversidad y la presión, pero que sigue confiando en sí misma y en su excelso talento.
Y lo finalizo compartiendo el anuncio del capitán comunicándonos que si miramos a nuestra derecha podremos ver la estela de un cohete que acababa de ser lanzado desde Cabo Cañaveral, lo que me hizo esbozar una sonrisa de oreja a oreja por ser un tipo tan afortunado.
Y tú, ¿sonreirás tras leer esta tribuna y la compartirás con otros o simplemente eliminarás este panfleto como uno más de los muchos que recibes? Que decidas una u otra cosa, será una elección más que habrás hecho hacia tu zona de dolor o hacia tu zona de exploración. Tu decisión.