Fernando Ramos 

Entrevistamos a Antonio Blanco Martín, director de ingeniería y Gonzalo García Santacruz, director comercial de Atlas Robots. Con una experiencia de más de 10 años automatizando pymes y grandes empresas en Europa y América, con el objetivo de aportarles valor, expandiendo su tecnología propia y “know-how”, Atlas Robots aumenta la productividad y mejora el rendimiento económico con la misma cantidad de recursos humanos. Sus sistemas cuentan con la garantía de un año y un servicio técnico que se desplaza hasta la ubicación de sus clientes para solucionar cualquier incidente que pueda ocurrir. También disponen de un stock de más de 600 robots industriales reacondicionados, que se han convertido en la opción más asequible y demandada por las pequeñas industrias y manufacturas que comienzan con la automatización de sus procesos, ya que amortizan la inversión de la compra en un periodo mucho menor y disponen de las mismas garantías de uno nuevo.

¿Cómo nace Atlas Robots, cuándo, dónde y por quién fue fundada?

Atlas nace hace exactamente 10 años en Valdemoro, Madrid. Fue fundada por Gonzalo Garcia y Antonio Blanco.

¿Cómo es el tipo de cliente de Atlas?

Atlas se dirige fundamentalmente hacia empresas pequeñas o medianas que antes no podían permitirse la robotización.

¿Por qué la robótica ahora y no antes?

Porque hemos desarrollado una nueva conciencia sobre la salud laboral. Todos los elementos que componen una instalación robótica existen desde hace más de 50 años. Sin embargo, hubo un tiempo en que ciertos trabajos duros o repetitivos se consideraban dignos, aunque redujeran la esperanza de vida del trabajador o dejaran secuelas permanentes. Hoy, en cambio, todos aspiramos a envejecer con buena salud. Y sabiendo que existe la tecnología, que es accesible y que puede evitarnos tareas lesivas, ya no estamos dispuestos a asumir ese tipo de riesgos.

¿Cuáles son los motivos que llevan a invertir en un robot?

La mejora de la salud laboral, el aumento de la productividad, la mejora en la calidad del producto o el refuerzo de la reputación de la empresa. Los motivos son muchos, pero hay uno que destaca por encima del resto: los buenos líderes cuidan de su equipo y les proporcionan las mejores herramientas para que su trabajo sea más llevadero y puedan quedarse en la empresa durante mucho tiempo. Contrariamente a lo que muchos piensan, el retorno de la inversión rara vez es el principal factor que impulsa la decisión.

¿Qué es la democratización de la robótica y cómo colabora Atlas en ello? ¿A dónde creen que nos lleva esta democratización?

La democratización es un proceso común en casi todas las tecnologías: todo comienza con un invento que sólo unos pocos privilegiados pueden permitirse, dispuestos a asumir tanto el coste de la innovación como los problemas derivados de la falta de experiencia. Pero, a medida que la tecnología madura, empieza a hacerse accesible al público general. Atlas ha orientado sus esfuerzos precisamente a eso: ofrecer la oportunidad de adquirir robots a pequeñas y medianas empresas, en un mundo donde esta tecnología solía estar reservada a grandes multinacionales. Nuestra contribución a esta democratización se apoya en tres pilares fundamentales: Reducción de precios: Uno de nuestros equipos cuesta menos que un coche, lo que lo hace accesible para casi cualquier empresa. Usabilidad avanzada: Nuestros robots han alcanzado tal madurez tecnológica que cualquier persona puede manejarlos, incluso sin conocimientos de mecánica, programación o electricidad. Difusión: Compartimos la experiencia de nuestros clientes para eliminar los miedos y estigmas que han acompañado a esta tecnología en el pasado. Esta democratización de la robótica nos llevará, inevitablemente, a su integración obligatoria en todos los niveles de la producción, y más adelante, a su incorporación en nuestra vida cotidiana.

¿Cómo mejora un robot la vida de una fábrica? ¿Y la de una comunidad?

El primer beneficio es evidente: la eliminación de tareas repetitivas, pesadas y, por tanto, lesivas. Al automatizar estos trabajos, mejoramos la salud laboral de los empleados y reducimos su exposición al desgaste físico. Pero los beneficios no terminan ahí: cuando se eliminan las tareas penosas, los trabajadores empiezan a plantearse una carrera a largo plazo dentro de la empresa. Esto reduce la rotación de personal, y contar con empleados más experimentados se traduce en una mejora en la calidad del producto, en el cumplimiento de los plazos y, en definitiva, en la reputación de la compañía. Además, una empresa que invierte en tecnología es mejor valorada en todos los frentes: por los clientes, por los proveedores, por las entidades financieras y, sobre todo, por los futuros trabajadores que deseas atraer. Ahora bien, cuando hablamos de comunidades, el impacto es aún más hermoso. Imagine una región donde varias fábricas trabajan una misma materia prima y necesitan mucha mano de obra. En ese entorno, los trabajadores querrán ir a la empresa que cuente con robots, donde el trabajo es más seguro y menos duro. Eso obligará a las demás a modernizarse, elevando el nivel de salud laboral de toda la zona. Y hay algo más profundo: cuando las personas que antes realizaban tareas forzadas ven que esos trabajos ya no existen, entienden que deben formarse para acceder a las nuevas oportunidades. Ese cambio de mentalidad se transmite a sus hijos, lo que da lugar a nuevas generaciones de técnicos, ingenieros y profesionales cualificados. Así es como un robot cambia una fábrica. Y así es como una fábrica puede cambiar una comunidad.

Entrevista completa en la versión impresa.