Juan Comas
La Fundación Garrigues, constituida y patrocinada enteramente por el despacho Garrigues, tiene por objeto servir al interés general de la sociedad civil a través de tres pilares básicos: investigación jurídica aplicada, premios y acción social. La fundación presta, por tanto, una especial atención al estudio de los valores que han de informar la profesión jurídica en el siglo XXI y a la formación de jóvenes juristas, y al mismo tiempo colabora activamente para contribuir al bienestar social de los colectivos menos favorecidos.
¿Quién es Antonio Garrigues Walker?
Un ciudadano español que tuvo la fortuna de tener un padre que cumplió una labor importante en el mundo político y una madre americana, Helen Walker, un ser maravilloso, que me facilitó enormemente el conocimiento de la vida política y profesional del país más poderoso del mundo. Influenciada por mi padre se convirtió al catolicismo y ello generó un distanciamiento de su familia protestante que ella superó con grandeza. En aquella época, y también ahora, aunque con menor intensidad, el tema religioso era muy sensible. Mi madre murió cuando yo era muy joven y aún sigo sintiendo una especie de orfandad. El papel de una madre es decisivo en la formación de sus hijos.
¿Por qué eligió el Derecho y no otra profesión?
La verdad es que nunca pensé en dedicarme a otra profesión. Mi tío Joaquín fue el gran mercantilista español, mi padre Antonio Garrigues Díaz-Cañabate fue también un gran internacionalista, y mi hermano Joaquín aportó, al mundo jurídico, su sentido práctico y también su sentido del humor. En este ambiente, elegir Derecho me parecía algo casi obligatorio. Nací en un ambiente intensamente jurídico, y me alegro de ello. El Derecho es la clave básica de la civilización.
¿Cómo ve la situación del país, tanto política, como económica y social?
La situación de España es buena en casi todos los aspectos. Me irritan los mensajes pesimistas y aún más los victimistas. España es un país muy convivencial y muy solidario. No tenemos nada que envidiar de otros países europeos. Nuestro 'happiness per capita' es, además, muy alto y no es tema menor.
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