Juan Miguel C. García
El mercado laboral español sufrió en agosto de 2024 un ajuste significativo, siguiendo la tendencia histórica que hace de este mes uno de los peores en términos de empleo. Este año, el impacto ha sido más grave de lo habitual, con la destrucción de 193.704 puestos de trabajo, la mayor caída desde 2019, cuando se perdieron 212.984 afiliados, y la peor desde el inicio de la pandemia. Este descenso es alarmante, ya que se trata del peor dato en cinco años, lo que sugiere un posible deterioro del empleo de cara al último trimestre del año.
Paralelamente, el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) registró un aumento de 21.884 nuevos desempleados, situando el total de parados en 2.572.121 personas. Aunque este aumento de desempleo es el menor desde 2016, exceptuando el comportamiento anómalo de 2021, refleja la debilidad del mercado laboral en un contexto donde el empleo estacional, como el turismo, no logra compensar las pérdidas en otros sectores.
Uno de los aspectos más preocupantes es la distribución sectorial de la pérdida de empleo. Aunque es normal que agosto experimente una reducción de puestos de trabajo debido al fin de la temporada turística, este año las pérdidas se concentran en sectores menos vinculados al turismo, como la educación, que perdió 72.338 afiliados. También se registraron descensos significativos en la construcción e industria, con 19.060 y 17.373 empleos menos respectivamente. Estos datos sugieren que el problema va más allá de los efectos estacionales, indicando una posible desaceleración económica más amplia.
Por otro lado, el paro disminuyó únicamente en el sector agrícola, donde 2.337 personas salieron del desempleo. En contraste, el desempleo aumentó en servicios (20.189 nuevos parados), construcción (4.187) e industria (2.995), lo que refuerza la idea de que la economía española enfrenta desafíos estructurales más allá de la estacionalidad.
En términos de contratación, se firmaron 1.040.159 contratos en agosto, un 4,5% menos que en el mismo mes del año anterior. Los contratos indefinidos, que suelen ser un indicador de estabilidad laboral, cayeron un 6,97%, representando solo el 37,47% del total de contratos firmados en el mes, un punto porcentual menos que en julio. Dentro de este grupo, los contratos a tiempo completo y los fijos-discontinuos también disminuyeron, lo que sugiere una mayor precariedad en el empleo.
En el acumulado del año, se han realizado casi 10 millones de contratos, un 1,8% menos que en el mismo periodo de 2023. De ellos, 4,21 millones fueron contratos indefinidos, mientras que 5,77 millones fueron temporales, reflejando un leve aumento del empleo temporal que contrasta con la tendencia general de contracción.
El secretario general de UGT, Pepe Álvarez, ha subrayado la necesidad de mejorar la calidad del empleo en España, advirtiendo que no se puede depender exclusivamente de los buenos años turísticos y el empleo estacional. Este enfoque resalta la importancia de crear empleo estable y con buenas condiciones para los trabajadores, un desafío que sigue siendo crítico pese a las reformas laborales implementadas en los últimos años.
El colectivo de autónomos también experimentó una caída en agosto, con 10.135 trabajadores por cuenta propia menos, aunque esta cifra es la más baja de los últimos tres años. Esta disminución es menos pronunciada que en años anteriores a la pandemia, lo que podría indicar una relativa estabilidad dentro de este grupo. Sin embargo, el presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), Lorenzo Amor, señaló que los autónomos y las empresas necesitan un entorno de mayor confianza y seguridad jurídica para mantener y crear empleo, expresando preocupación por los cambios normativos constantes que afectan al sector.
En resumen, los datos de empleo de agosto de 2024 revelan una situación preocupante para el mercado laboral español. La caída significativa en la afiliación a la Seguridad Social y el aumento del desempleo, junto con la disminución de la contratación indefinida y la precariedad laboral, sugieren que el mercado laboral enfrenta desafíos estructurales que van más allá de la estacionalidad. La necesidad de mejorar la calidad del empleo y ofrecer un entorno más estable y predecible para trabajadores y empleadores es fundamental para enfrentar estos desafíos de manera efectiva.